Concerts
BOS SEASON 18-2010-2011
A. Terzian: Concierto para violín y orquesta
Ginastera: Suite Estancia, selección
C. Gardel/ R. Garello: Volver
A. Piazzolla: Aconcagua, concierto para bandoneón y orquesta (Allegro marcato)
A. Piazzolla: Libertango (piano solo)
A. Piazzolla: Escualo
C. Gardel/ R. Garello: Cuesta abajo
A. Piazzolla: Adios Nonino (bandoneón solo)
C. Gardel/ R. Garello: Sus ojos se cerraron
Rafael Gintoli, violín
Néstor Marconi, bandoneón
Emma Schmidt, piano
Günter Neuhold, director
DATES
Venta de abonos, a partír del 24 de junio.
Venta de entradas, a partir del 16 de septiembre.
Meet here all the advantages of being BOS subscriber
EL CORAJE DE QUERER
Los compositores clásicos latinoamericanos estuvieron durante casi todo el siglo XIX muy a merced de los modelos europeos, sobre todo de la ópera italiana. Sólo de esta forma se explica que un autor brasileño como Carlos Gomes pudiese triunfar a este lado del Atlántico, llegando incluso a estrenar una obra suya, Il Guarany, en la Scala de Milán en marzo de 1870. Sin embargo, a inicios de la centuria pasada surgió una generación de jóvenes músicos preocupados por la necesidad de alzar una voz propia y distintiva, un poco también en paralelo a lo que entonces se hacía en algunas regiones europeas a la luz de un nuevo nacionalismo musical. Algunos nombres de esa época son el peruano José María Valle Riestra (1858-1925), el brasileño Heitor Villa-Lobos (1887-1959), el argentino de origen italiano Pascual de Rogatis (1880-1980) o los mejicanos Silvestre Revueltas (1898-1940) y Carlos Chávez (1899-1978). Todos ellos fueron allanando el camino para que enseguida llegase el argentino Alberto Ginastera, que se iba a convertir en el más relevante compositor latinoamericano de la siguiente generación. Nacido en Buenos Aires en 1916 y muerto en Ginebra en 1983, desarrolló buena parte de su carrera fuera de su país, ya fuera para ampliar conocimientos o por sus diferencias políticas con Juan Domingo Perón. Ello y el paso del tiempo trajeron consigo que no hubiera un solo Ginastera, de igual forma que no hubo un solo Beethoven, un solo Liszt o un solo Mahler: empezó como un nacionalista más, se interesó después, una vez fuera de Argentina, por la técnica dodecafónica y, en los últimos años, se movió en ámbitos más neo-expresionistas en los que se aproximó a algunas corrientes en alza en la posguerra como la escritura microtonal o la música aleatoria.
La primera etapa sería, según el propio compositor, un periodo de “nacionalismo objetivo”, de referencias abiertamente nacionales apoyadas en el folclore y en temas populares. Es ahí donde estaría su primera obra importante, el ballet Estancia, encargado hacia 1941 por el empresario neoyorquino Lioncoln Kirstein. Basado en un pasaje del poema gaucho Martín Fierro de José Hernández, habla del amor floreciente entre una muchacha del campo y un joven de la ciudad que demuestra ante ella su habilidad para domar caballos en el entorno rural de un rancho en la Pampa argentina. Aunque el ballet completo no se estrenaría hasta 1952, en el Colón bonaerense, la suite orquestal que el compositor escribió en 1943 supuso para él un enorme triunfo personal y consolidó definitivamente su posición en la esfera musical internacional.
La primera de las cuatro danzas de la suite, Los trabajadores agrícolas, es enérgica e incisiva, puramente rítmica, mientras que la segunda, La danza del trigo, presenta una melodía plácida, suave y serena sobre los pizzicati de la cuerda. En Los peones de hacienda se vuelve al espíritu explosivo inicial, confiando buena parte del protagonismo a los metales y a la percusión, con lo que todo está preparado para el perpetuum mobile rápido, vigoroso, al galope, típicamente gaucho, de la muy brillante Danza final.
Alumna de Ginastera en Buenos Aires fue la pianista, directora, musicóloga y prolífica compositora cordobesa de origen armenio Alicia Terzian (n. 1934), otro nombre capital en la vida musical argentina del siglo XX. Su gran amplitud de miras tiene un claro reflejo en su estancia con veintiocho años en la Iglesia de San Lázaro en Venecia para profundizar en el estudio de la música medieval armenia. Ella misma divide su carrera en tres (también) etapas: la inicial, entre 1954 y 1964, estaría un tanto ligada a la tradición; la segunda, la “era cósmica” (1964-1979), se abre con mayor decisión a caminos como la politonalidad o el microtonalismo; la tercera, la “etapa espacial”, va aún más allá siguiendo estos mismos caminos y toma nuevos rumbos hacia la transformación en tiempo real de la música a través de medios electrónicos. Su Concierto para violín y orquesta op. 7, escrito en 1955, es por tanto obra del primer periodo y refleja de alguna forma lo que a mediados de siglo se entendía allí, en Argentina, por seguir la tradición: sí en la forma (tres movimientos: Allegro, Tema con variazzioni, Allegro energico), no tanto en el lenguaje, mucho más libre y tenso, desprovisto de ataduras con el pasado, ni desde luego en el lirismo, que ya no es expansivo sino concentrado y enigmático, virtuoso en algunos momentos del segundo movimiento y brillante en el final, sumergido en una marea sonora de muy ricas coloraciones.
Pero una cosa es la música clásica (llamémosla así) y otra la popular, tantas veces separadas y alejadas, cuando no directamente enfrentadas. Por supuesto, en todas partes hay excepciones, y en Argentina hay una especialmente notable: el bandoneonista de Mar de la Plata Astor Piazzolla (1921-1992), ese “galeote de la nostalgia” según dijera Félix Grande. Pese a su formación clásica, que lo llevó a ser alumno nada menos que de Nadia Boulanger en París, su grandes escuelas fueron Nueva York, donde vivió algunos años en su niñez, y sobre todo Argentina, su alma, su espíritu, sus gentes, y a través de ella llegó al tango, ese baile rioplatense en dos por cuatro de origen lejano y mestizo que es desde hace más de cien años la música de las calles de Buenos Aires. Piazzolla entendía que el tango, más que una danza urbana de farolitos y compadritos, era un género vivo que se podía renovar, algo en lo que tuvo detractores entre los tangueros más ortodoxos (Piazzolla era para ellos el “asesino del tango”) pero también apoyos importantes como los de Alfredo Gobbi u Osvaldo Pugliese.
El Concierto Aconcagua para bandoneón y orquesta de cámara nació como encargo del Banco de la Provincia de Buenos Aires en 1979. El sobrenombre fue añadido por el editor Aldo Pagani para reflejar que, si el Aconcagua era la montaña más alta de América Latina, este concierto suponía la cima más elevada dentro de la obra de Piazzolla. El concierto, estrenado por el propio compositor, deja sentir la melancolía inherente al tango en sus tres movimientos (Allegro marcato, Moderato, Presto), particularmente en el segundo, cuyos ecos de milongas callejeras albergan una sensación de nostalgia casi irrespirable. Resonancias populares de tono porteño se oyen también en el más animado Escualo y en el no menos encantador Libertango, obras que han conocido un sinfín de versiones. Ninguna, no obstante, tantas como el tango Adiós nonino, que es no sólo la pieza más popular de Piazzolla sino seguramente la más emotiva, triste y desgarradora, escrita poco después de recibir en Puerto Rico la noticia de la muerte de su padre (Nonino) en un accidente de bicicleta en su lejana y añorada Mar de Plata.
¿Y qué se puede decir de Carlos Gardel que no sepamos ya? Pues seguramente poco o nada, aunque quizás se pueda recordar que era francés de nacimiento (pero argentino de adopción), que su voz forma parte del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, que sin él el tango no sería tango y que, naturalmente, sigue cantando cada día mejor. Cerca de ochenta años después de su muerte, Gardel nos sigue diciendo en Volver que es un soplo la vida y que veinte años no es nada, nos sigue mostrando en Cuesta abajo el valor que representa el coraje de querer, y nos sigue relatando en Sus ojos se cerraron cómo, escondida en las aguas de su mirada buena, la muerte agazapada marcaba su compás.
Asier Vallejo Ugarte
Rafael Gintoli, violín
Se graduó en el Conservatorio Municipal de Música “Manuel de Falla”. Sus maestros fueron Emilio Pelaia, Humberto Carfi y Szymsia Bajour. En 1968 ganó el Premio Municipal de Buenos Aires y en 1972 recibió una beca del Mozarteum Argentino y del Ministerio de Ciencias y Educación de La Haya para perfeccionarse en Holanda.
Ha realizado numerosas giras como solista, actuando en Nueva Orleans, Washington, Los Angeles, New York, Amberes, Sofía, Kiev, Paris, Milán y Roma.
Dictó clases magistrales para la Asociación Filarmónica de Trento, Asociación de Jóvenes Intérpretes de Roma y en el Festival Internacional de Bilbao, así como un curso de alto perfeccionamiento en Keshet Eilon (Israel) invitado por Shlomo Mintz. También ha sido invitado por Marha Argerich en numerosas ocasiones para presentarse en su Festival Argerich en el Teatro Colón.
Ha recibido numerosos premios: Mejor Intérprete Argentino por la Asociación de Críticos; Premio Estirpe a la Música Clásica; Premio como Personalidad más Relevante de la Cultura, otorgado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Rafael Gintoli ha sido miembro del jurado y Director Artístico del Primer Concurso Internacional de Violín Buenos Aires 2010 y miembro del Jurado del Concurso Internacional de Violín “Luis Sigall” de Chile (2010).
Néstor Marconi, bandoneón
Actualmente Néstor Marconi es considerado uno de los mas importantes y más reconocidos bandoneonístas del mundo. Desde comienzos de la década del 70 su nombre estuvo asociado al de celebridades como Horacio Salgan, Astor Piazzolla, Héctor Stamponi y Enrique Fracini. En lo ´80 estuvo involucrado en el proyecto de opera tango de Astor Piazzolla y Horacio Ferrer, “Maria de Buenos Aires”. Ha tocado junto a Juan Carlos Copes y el ballet argentino en escenarios de Estados Unidos, América Central, Brasil, Uruguay, España, Francia, Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Alemania y Japón.
En esos años también realizó importantes actuaciones en Buenos Aires. Se presentó junto al cantante Frank Sinatra con la orquesta dirigida por Don Costa. Participó de la película “Sur” junto a Roberto Goyeneche, dirigida por Fernando Solanas.
En los 90 comenzó su inserción como solista, con las orquestas más importantes, en el circuito internacional de la música clásica. En ese circuito interpretó el Concierto para Bandoneón y Orquesta de Astor Piazzolla, arreglos propios de otros tangos y composiciones propias.
Emma Schmidt, piano
Emma Schmidt nació en Viena y cursó los estudios de piano en la Escuela Superior de Música de Graz. Asistió a las clases magistrales de Paul Badura-Skoda, Carlo Zechi, Karl Engel y Sergio Lorenzi en Salzburgo y Siena.
En 1969 obtuvo el premio Bösendorfer de Viena y en 1979 el primer premio en el certamen de música de cámara “Vittorio Gui” de Florencia.
Trabajó durante varios años como profesora en la Escuela Superior de Música de Graz y, más tarde, en la Escuela Superior de Música de Hannover.
Emma Schmidt, tiene una excelente reputación como solista, actuando junto a prestigiosas orquestas: Sinfónica de Viena, Mozarteum Salzburgo, Orquesta de la Radio-Televisión de Moscú, Orquesta Sinfónica del Estado de Sao Paulo, Orquesta Nacional de Buenos Aires, Gulbenkian de Lisboa, Filarmónica de Dresde, Filarmónica de Graz, Statskapelle Karlsuhe, State-Orchestra de Bremen y Orquesta San Carlo de Nápoles, entre otras.
Ha sido galardonada en 2002 con la Cruz de Honor de Caballero Austriaco de la Ciencia y el Arte.
Calendar of Events
Related events
Cámara 3
Place: Euskalduna Palace
M. Ravel: Le tombeau de Couperin, para quinteto de viento
Quinteto de viento BOS
J. S. Bach: Sonata nº 3 en re menor
BOSen ensemblea
A. Scarlatti: Cinco arias para soprano, trompeta, cuerdas y continuo
Ensemble BOS
Así habló Zaratustra
Place: Euskalduna Palace
Pablo Gonzalez, director
Jonathan Mamora, piano
I
LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770 – 1827)
Egmont, Obertura Op. 84
WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756 – 1791)
Concierto nº 23 para piano y orquesta en La Mayor K 488
I. Allegro
II. Adagio
III. Allegro assai
Jonathan Mamora, piano
II
RICHARD STRAUSS (1864 – 1949)
Also sprach Zarathustra Op. 30
*Primera vez por la BOS
Dur: 100’ (aprox.)
Cascanueces en Navidad
Place: Euskalduna Palace
O. Respighi: Trittico Botticelliano
W.A. Mozart: Exsultate, jubilate K. 165
P.I. Tchaikovsky: Cascanueces, acto II Op. 71
Alicia Amo, soprano
Giancarlo Guerrero, director
Conciertos para bebés. Clásicos de Navidad
Place: Palacio Euskalduna. Bilbao
Compañía: Compañía Musicalmente
Saxofones: Alberto Roque/José Lopes
Acordeón: Pedro Santos
Voz: Isabel Catarino/Cristiana Francisco
Bailarina: Inesa Markava
Voz y Dirección: Paulo Lameiro
Para bebés de 0-3 años
Duración: 45’
Aforo: 50 bebés + hasta 3 acompañantes por bebé.
Importante: Todas las personas que accedan a la sala (bebés incluídos) deben presentar la correspondiente entrada.
Precio de las entradas:
– General 12 €
– Abonados y abonadas BOS 10 €*
* La compra con descuento para personas abonadas solo puede hacerse en la “zona personal” de web, o en taquilla.