Lo que nos cuenta la música: aventuras, homenajes, enigmas…
El discurso de la música es inagotable. Esa es una de las claves de su poder de atracción. Ante cada oído se presenta de manera distinta. Cada uno de nosotros la disfrutamos de forma particular e intransferible y le damos un sentido absolutamente personal porque, como señalaba el psiquiatra y rendido melómano Carlos Castilla del Pino: “significa lo que yo quiero que signifique: eso es del todo verdad en la música”.
Con su naturaleza informe y su polisemia infinita, la música puede acompañar episodios literarios, servir de representación sonora a sentimientos y personajes o ponerse al servicio de la destreza humana, materializando la agilidad de unas manos acróbatas. Todo esto y más que ni siquiera sospechamos –el enigma flotando en el ambiente- conducirá la música hoy hacia nuestros oídos y nuestro entendimiento.
Abre la velada un compositor de la tierra, Jesús Guridi (Vitoria-Gasteiz, 1886 – Madrid, 1961), naturalmente dotado para la música y descendiente por sus dos ramas vitales de intérpretes y compositores: el maestro Ledesma fue su bisabuelo; sus abuelos, organistas; su madre y su abuela, profesoras de piano; su padre, violinista. Por circunstancias familiares, tuvo una niñez itinerante que acabó con el asentamiento, en 1899, de su familia en Bilbao, donde la rica vida musical impulsada desde hacía años por un grupo de melómanos de grandes afanes y buen hacer, creó el caldo de cultivo para que las cualidades musicales de un puñado de jóvenes pudieran alimentarse y florecer, favoreciendo a una ciudad que construyó un interesante panorama cultural para su propio disfrute. Esta burguesía inquieta que supo hacer que Bilbao pasara de ser villa pujante a ciudad de progreso cultural y artístico, puso los medios para que un muchacho prometedor y cargado de entusiasmo, se convirtiera en un músico de perfil multifacético: como compositor su técnica resultaba impecable y su temperamento principalmente lírico; como pianista y organista –este instrumento era su gran pasión- su inventiva era fácil y su capacidad de improvisación, asombrosa; como director era riguroso y valorado. Quienes vislumbraron en Guridi “una inspiración llena de promesas”, hicieron posible que estudiara en París, Bélgica y Colonia y retornara a Bilbao como músico “joven y eminente”. Él devolvió el favor con creces y benefició a la ciudad a través de la composición, la interpretación y la docencia. Fue director de la Sociedad Coral de Bilbao entre 1918 y 1930 -antes había ejercido la codirección- y organista en la iglesia de los Santos Juanes y en Santiago -donde le habían precedido su abuelo y su bisabuelo.
En 1915presentó a un concurso, convocado por el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el poema sinfónico Una aventura de Don Quijote. La partitura obtuvo el segundo premio –el primero quedó desierto- y fue estrenada por la Orquesta Filarmónica de Madrid, en Noviembre de 1916.
Entre los muchos episodios del Quijote, Guridi eligió los capítulos VIII y IX, en los que el lunático manchego se enfrenta con el sorprendido escudero de una señora vizcaína, que iba camino de Sevilla. Cuando el protagonista le acusa de no ser caballero, aquel se ofende y responde que lo es doblemente: “vizcaíno por tierra, hidalgo por mar”.
Con un lenguaje directo y en conexión con las corrientes europeas del momento, Guridi enlaza material temático representativo del folklore castellano, con ideas de sabor vasco. Todo en un ambiente que va de lo meditativo a lo teatral, orquestado con gran brillo.
Continúa el concierto con Camille Saint-Saëns (París, 1835-Argel, 1921), parisino exquisitamente culto y de gustos refinados, muy unido desde su infancia al “salón”, es decir, a la cultura estética de la burguesía acomodada. Dotado desde niño de una mente fuera de lo común, su inquietud intelectual le llevaba a interesarse por múltiples disciplinas, como la filosofía, el teatro, la botánica, la geología, la astronomía, la arqueología, el latín, el griego… Tuvo el estímulo constante de una madre que enviudó cuando el pequeño Camille tenía tan solo dos meses y que consagró gran parte de su esfuerzo y su tiempo al desarrollo de los diversos talentos de su único hijo. Con siete años se entretenía analizando y escribiendo pequeñas piezas musicales y transcribiendo otras de maestros como Haydn o Mozart –hacia el final de su vida examinó estas partituras y no encontró en ellas ninguna falta armónica. Con diez años debutó como pianista en la exclusiva Sala Pleyel de París y con trece se consagró por entero a la música. En el reverso de esta estimulación precoz y de la acumulación de trabajo que exigía la exploración en tantas materias, estuvo la escasez de contacto con chicos de su edad y del tiempo necesario para deleitarse en juegos infantiles. Tal vez secuela de ello, fue su temperamento distante, ácido y en ocasiones hiriente que, en su larga vida, le procuró algunas enemistades. Sus comentarios negativos y el desprecio que abiertamente manifestaba por algunos colegas, han ocultado el bien que hizo a la música de su país, siendo cofundador de la Societé Nationale de Musique, que apadrinó a toda una generación de compositores franceses.
En lo que se refiere a la escritura para el género concierto, Saint-Saëns tenía una técnica impecable y una concepción sensual de la belleza -muy en la línea francesa-, que le llevaron a utilizar los recursos clásicos de manera inteligente y equilibrada, aportando a su obra transparencia y elegancia formal y buscando, al mismo tiempo, que la claridad y la pulcritud pudieran manifestarse en la interpretación de los solistas. No trata de hundirse en profundidades emocionales y la mayor parte de su belleza está en lo bien que perfila los contornos de su discurso.
El Concierto para piano y orquesta nº 2 en sol menor, es un ejemplo más de su habilidad en la composición y de la espontaneidad de sus dotes. Lo escribió en tan solo diecisiete días y en unos pocos más lo puso a punto para estrenarlo, él mismo como solista, en París, en Mayo de 1868.
Comienza de forma un tanto atípica, con un Andante sostenuto en el que un solo del piano recuerda, en claro homenaje a Bach, una toccata al estilo de las fantasías para teclado del compositor alemán. Tras esta introducción, el movimiento se balancea entre el dramatismo con que la tonalidad de sol menor tiñe ciertos pasajes y el encanto lírico que emana del primer tema, tomado de un Tantum ergo que su discípulo Fauré había escrito en sus años de estudiante y del segundo, de cierto sabor schumanniano. Concluye de la misma forma que empezó, así “preludio” y “postludio” contribuyen a estructurar el movimiento. En el Allegro scherzando que sigue, la ligereza sobrevuela el movimiento y las secciones de virtuosismo alternan con aquellas en las que el humor, de claro aroma parisino, hace tan grata la escucha. El concierto concluye Presto y lleno de vigor, con una arrolladora tarantella que, con alguno de los pasajes del movimiento anterior, suponen un guiño a Mendelssohn; son episodios repletos de bravura que exigen mucha destreza al solista.
Despiden la tarde las Variaciones Enigma Op 36, obra en que la sensibilidad, el humor y el afecto tejen una trama de retratos de personas vinculadas a su autor, Edward Elgar (Broadheath-Worcester, 1857-Worcester, 1934), más tarde elevado a la categoría de sir. Su contacto con la música fue temprano pero modesto ya que su padre, afinador de pianos, regentaba una pequeña tienda de música, en la que Edward leía partituras, probaba instrumentos e iba tomando contacto con los músicos que por allí se acercaban. Los domingos ayudaba a su padre en el órgano de la iglesia de St. George de Worcester. En aquella Inglaterra victoriana y después en la eduardiana, los coros de aficionados eran un estupendo caldo de cultivo en las ciudades de provincias de un país tradicionalmente melómano. Su madre, ávida lectora y autora de poemas de cierta calidad, sembró en el compositor la semilla de la sensibilidad.
Las Variaciones Enigma, estrenadas en Londres en 1899, son un catálogo de pequeñas postales a las que asoman amigos, colegas o conocidos, en una atmósfera de humanidad que envuelve los recuerdos entrañables, o simplemente gratos, que aquellas personas habían ido dejando en el compositor. Tras la presentación del tema “Enigma”, que en toda lógica Elgar deja flotando en el misterio, aparece su esposa, Alice, abriendo el conjunto de variaciones en lo que supone una excelente declaración de amor: “es una prolongación del tema, con lo que deseo que sean agregados románticos y delicados”. El propio compositor, E.D.U., concluye la serie. En medio, todo el repertorio de individuos y situaciones: el pianista; el cantante; el terrateniente; el poeta de conversación interrumpida; la bella intérprete de viola; el arquitecto que con suma torpeza jugaba a ser pianista; las sosegadas hermanas Norbury; el crítico musical que tanto confió en el talento aún incipiente de Elgar y que está retratado en Nimrod, una de las cimas románticas de la partitura; la querida amiga Dorabella, que más tarde escribió un libro sobre las Variaciones Enigma y sus personajes; el bulldog del organista que cae al rio y tiene que chapotear violentamente para salir airoso; su querido amigo, el violoncellista amateur y la dama que hacía un viaje por mar.
Elgar, aficionado a los acertijos y a los anagramas, jugó al despiste en más de una variación y también cuando afirmó que “a lo largo y ancho de todo el conjunto, se despliega otro tema más amplio, pero no se interpreta”. La solución a este enigma, aún no ha sido hallada.
Disfruten lo que nos cuenta la música. Tanto por escuchar…
Mercedes Albaina
Elisso Bolkvadze ha ganado numerosos concursos internacionales de piano, entre ellos, el Concurso Van Cliburn (EE. UU.), el Vianna da Motta (Lisboa), el Concurso Internacional de Piano Axa (Dublín) y el Concurso Marguerite Long (París), donde obtuvo el premio especial a la mejor interpretación de música francesa. Además, ha obtenido uno de los premios de la Fundación SOS Talents, creada por Michel Sogny.
Considerada una superestrella en su país de nacimiento, Elisso Bolkvadze fue galardonada con la Medalla del Gobierno de Georgia, uno de los honores nacionales más prestigiosos. Ha sido invitada con frecuencia a tocar junto con orquestas tales como la Orquesta Sinfónica Nacional de Chequia, la Orquesta Nacional de Lituania, la Orquesta Filarmónica Nacional de Ucrania, la Sinfónica de Innsbruck, la Orquesta de la Gewandhaus, la Orquesta Nacional de Francia, la Sinfónica de Houston y la Filarmónica de San Petersburgo.
Elisso Bolkvadze actúa con frecuencia en salas de conciertos como la Sala Pleyel, la Sala Gaveau, el Teatro de los Campos Elíseos (París), la Sala Hércules (Múnich), la Vieja Ópera (Fráncfort), el Centro Kennedy (Washington), el Auditorio Pasadena (Los Ángeles), el Teatro Manzoni (Italia) o el Konzerthaus (Alemania).
Ha grabado discos para Sony BMG, en los que ha interpretado conciertos para piano de Beethoven, Rachmaninoff y Liszt. El canal de la televisión nacional francesa LCI emitió una película documental completa sobre ella, y el canal Mezzo ha emitido varias de sus interpretaciones en directo.
JON MALAXETXEBARRIA – Director
Su trayectoria como director de orquesta se desarrolla principalmente en Inglaterra y España, donde dirige orquestas como Manchester Camerata, Orquesta Sinfónica de Bilbao, Orquesta Sinfónica de Euskadi, Orquesta Filarmónica de Málaga y Liverpool Mozart Orchestra entre otras. Es director titular de la Solihull Symphony Orchestra desde el 2013.
Sus estudios musicales se inician en la escuela de música Segundo Olaeta de Gernika, su localidad natal. Posteriormente continúa su formación en el conservatorio J. C. de Arriaga de Bilbao con el profesor Juan Manuel Gómez de Edeta. En el año 2006 cursa los estudios de Grado Superior en la universidad Roosevelt de Chicago con el profesor Dale Clevenger, trompa solista de la Chicago Symphony Orchestra, graduándose con matrícula de honor. En reconocimiento a sus méritos, la Diputación Foral de Bizkaia le otorga una beca para realizar los estudios superiores de música.
Jon fue alumno de George Hurst, quien fue director de la BBC Philharmonic, BBC Scottish Symphony Orchestra, y Bournemouth Sinfonietta. Mr. Hurst inspira al alumno con sus interpretaciones del repertorio clásico, y su educación musical se ve muy influenciada por el maestro.
Jon se traslada a Manchester, becado por el Departamento de Innovación del Gobierno Vasco para realizar el Máster de Dirección de Orquesta en la Royal Northern College of Music (RNCM) obteniendo el premio Mortimer Furber de dirección.
Durante ese periodo dirige a la orquesta sinfónica de la RNCM, la de cámara, y agrupaciones de música contemporánea. Como entusiasta defensor de la música contemporánea, Jon dirige el estreno mundial del concierto para trombón y orquesta de Simon Dobson, retransmitido por la BBC Radio 2.