Conciertos
TEMPORADA BOS 5
Una mirada al pasado
P. Sorozabal: Victoriana
B. Marcello: Concierto para oboe, cuerda y continuo
I. Stravinsky: Pul cinella, ballet
Nicolas Carpentier, oboea/oboe
Marife Nogales, mezzosopranoa/mezzosoprano
Andeka Gorrotxategi, tenorra/tenor
Fernando Latorre, baxua/bajo
José Ramón Encinar, zuzendaria/director
FECHAS
- 03 de diciembre de 2009 Palacio Euskalduna 20:00 h.
- 04 de diciembre de 2009 Palacio Euskalduna 20:00 h.
Venta de abonos, a partír del 24 de junio.
Venta de entradas, a partir del 16 de septiembre.
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Joseba Berrocal
STRAVINSKAIA Nº 5
Ser compositor es, ha sido y presumiblemente será una profesión que dará muchas satisfacciones espirituales, nadie lo duda, pero de las materiales mejor no hablar.
Hay varias vías clásicas de subsistencia.
Entrar con las espaldas bien cubiertas en el gremio, normalmente gracias a una familia que asumía mejor o peor que uno de sus vástagos les saliera con esto del madre, quiero ser artista. Será el afortunado caso de un Felix Mendelssohn, de un Gesualdo de Venosa o de los hermanos Benedetto y Alessandro Marcello, nobili veneti, quienes se apresuraban a remarcarlo en las portadas de sus ediciones, no fuera a ser que los confundieran con la chusma de los profesionales.
Otra opción es entrar a sueldo de una institución que te pague por ello. Solución a la que era más fácil acogerse en siglos pasados, con Europa llena de capillas de música catedralicias y orquestas nobiliarias, pero que en los últimos siglos se ha ido complicando. Los últimos vestigios fueron las radios públicas que solían apadrinar un Centro de Composición. Y seguro que todavía queda alguno en Francia, Alemania o esos países muy al norte. Bach y Boulez son ejemplos, cada uno a su manera.
La más habitual es buscarte algo mejor que hacer. En realidad no tanto ‘mejor’ sino ‘más productivo’. Los caminos tradicionales son la enseñanza, la dirección de orquesta o la interpretación. Incluyendo esta última posibilidad una infinidad de gradaciones, desde ser un solista de renombre mundial –caso de Rachmaninov– hasta la más extendida de tocar en cafés, restaurantes y burdeles, y aquí no citaremos nombres pero, créanme, más de uno y más de dos.
Si hay suerte se puede llegar temprano a la situación más deseada: que una o varias de tus obras se conviertan en un éxito – un melocotonazo, como las llamaba el Fary– y que los derechos de autor que vayan redondeando el sueldo. Nuestro Pablo Sorozábal explicaba divertido que vivía de tres mujeres: Katiuska, La del manojo de Rosas y La Tabernera del Puerto. “Estas tres hembras me han mantenido y me siguen manteniendo a trancas y barrancas..”
Pero poner a trabajar a tus mujeres es un proceso que lleva un cierto tiempo. Antes de que Stravinsky fuera aclamado en todo el mundo y empezase a llenarse los bolsillos con su Virgen Consagrada en la Primavera y su Petrushka, tuvo que pasar por una etapa menos metafórica. Los Ballets Russes en general y él en particular vivieron de la pasta ganada por una mujer de carne y hueso, y menuda carne y menudo hueso. Coco Chanel fue, aunque hoy en día sea poco recordado, una de las principales mecenas en los inicios de los ballets rusos de Diaglilev. No sólo trabajaba de gorra diseñando y cortando los trajes de la compañía sino que, en algún momento de los años 20, llegó a comprar una mansión en Garches, cerca de París, para alojar a Stravinsky y su mujer Katerina, cuyo estado financiero era terrible por aquel entonces. Dicen todas las lenguas, las malas y las buenas, que Coco admiraba algo más que la música de Igor –y cuidado que era feo, pero mira…– y, por eso, cuando en 1927 Stravinsky se enteró de que su Coco le ponía los cuernos con el Gran Duque Dimitri, si es que se puede denominar así a la situación, se puso hecho un basilisco.
Por lo menos, en el caso del concierto de esta noche, podemos estar seguros de que los tres compositores consiguieron asegurarse una vida financiera sin muchos sobresaltos, una situación por la que no llegaron a pasar otras grandes figuras como Mozart o Bartok.
La otra característica común a las tres obras programadas es la marca del homenaje y de la contrafacta. Bien como origen, bien como cita.
Alessandro Marcello (Venecia 1669 – 1747) fue un espíritu inquieto y artístico. Entre sus muchos talentos destacó el de la composición, y es una pena que se prodigara tan poco. Lo que de él conservamos es de una calidad suficientemente poética como para haber animado a Johann Sebastian Bach a transcribir una de sus piezas, en concreto el concierto para oboe que escucharemos esta noche. Claro que tuvo que pasar un tiempo hasta que se averiguó que la obra original era de él. En un principio se pensó que era de Vivaldi –como otros conciertos transcritos en el mismo volumen bachiano–, luego que se trataba de una obra de su hermano Benedetto, el famoso y prolífico de la familia; y sólo hace unas décadas se encontró la publicación holandesa original del concierto, donde se especifica claramente la autoría de Alessandro. En cualquier caso lo que importa es la música: como si de folklore se tratara, muchos de nosotros conocemos la melodía del adagio. Podemos imaginar al joven Bach reescribiendo la obra con varios fines, el primero el de formarse en las nuevas técnicas venecianas que marcarían su producción futura; el segundo salvar de un posible olvido un concierto tan bonito.
La historia de Victoriana, de Pablo Sorozábal (1897-1988), es casi la contraria: fue la misma obra del donostiarra la que quedó olvidada. Un Sorozábal ya consagrado desde que en la década de los 30 triunfara con sus zarzuelas, había seleccionado cinco piezas de Tomás Luis de Victoria –podremos reconocer el famoso Ave Maria o el Pueri Hebraeorum– y las había instrumentado con todas las posibilidades ofrecidas por la gran orquesta sinfónica del siglo XX. La première estaba prevista para el 14 de diciembre de 1952 en una velada que se anunciaba memorable. No sólo se estrenaría Victoriana sino que Sorozábal, que era el propio director titular de la Orquesta Filarmónica de Madrid, había programado también el estreno de la Séptima Sinfonía de Shostakovich. Ya no quedaban entradas cuando, la víspera, Sorozábal fue informado por teléfono desde altas instancias de que el concierto no tendría lugar. Altas instancias o no, a Sorozábal estas cosas le sentaron siempre como un tiro. Dimitió del puesto de director y su obra Victoriana, víctima colateral de este jaleo hispano-soviético, quedó sin estrenar hasta 1987. Un ejemplo tardío del Neoclasicimo musical europeo quedó convertido en el ejemplo más tardío.
Esta corriente, la del Neoclasicismo, había nacido a finales del siglo XIX pero paradójicamente tuvieron que ser los Ballets Russes, punta de lanza de las vanguardias y azote de conservadores, quienes le dieran cartas de naturaleza. Primero con Les Femmes de Bonne Humeur de Tommasini sobre música de Scarlatti en 1917, luego con un par de obras de Respighi y, sobre todo, con Pulcinella de Stravinsky (1882-1971), estrenada el 15 de mayo de 1920 como un “Ballet avec chant en un acte”.
De nuevo se suscitó el problema de a quién demonios estábamos homenajeando exactamente. En principio Diaghilev le pasó la música a Stravinsky diciéndole que era de Pergolesi cuando, en realidad, más de la mitad era de Gallo, Chelleri, Monza, Parisotti y Wassenaer… un florilegio de compositores desconocidos del XVIII que vieron cómo el siglo XX se hartaba de aplaudirles. Casi siempre en la versión sinfónica que el propio Stravinsky extrajo años más tarde; las menos de las veces en su versión original, incluyendo los números cantados, que podremos escuchar hoy. Es lo que tiene ser compositor, puede que no te forres pero nunca te faltará una ovación, aunque llegue con dos centurias de retraso y envuelta en los ropajes de una orquesta cubista.
Joseba Berrocal
Nicolas Carpentier, oboe
Nicolas Carpentier, nació en Paris en 1972. Comenzó sus estudios de oboe en el conservatorio de Versalles donde se graduó en oboe y música de cámara en 1987. Siguió sus estudios en el conservatorio superior de Lyon y posteriormente en Múnich con el maestro François Leleux.
Ha sido miembro fundador del “Trío La Follia”, del “L’ensemble a vent de Versailles” y del “Ensemble Mistrale”. Ha sido invitado en diferentes orquestas en Francia y Europa ( Orchestre Française de jeunes, Opera de Toulouse, Les Concerts Lamoureux, Ópera Éclaté, Orquesta Sinfónica de Gran Canaria, Orquesta Sinfónica de Valencia… bajo la dirección de directores de máximo prestigio como E. Krivine, D. Stern, M. Ianovsky, Yaron Traub, Gunter Herbig).
Desde 1998, es solista en la “Orquesta Sinfónica de Bilbao” actividad que compagina con una intensa labor de música de cámara.
Marifé Nogales, mezzosoprano
Natural de Andoaín (Gipuzkoa). Realiza sus estudios superiores de canto en Musikene (Centro Superior de Música del País Vasco).
Ha actuado en prestigiosos festivales como el de la Quincena Musical de Donostia, Festival Internacional de Granada, Festival de Música de Peralada…y ha trabajado bajo la batuta de importantes directores como Jesús López Cobos, Miquel Ortega, Friedrich Haider, Alberto Zedda, Lutz Köler y Eduardo López Banzo entre otros.
Ha cantado Le nozze di Figaro, La Traviata, Rigoletto, Il viaggio a Reims, Giulio Cesare, Don Giovanni, Die Zauberflöte…
Recientemente ha grabado la ópera Otello (Emilia) bajo la dirección de Friedrich Haider y ha participado en el estreno de la ópera La casa de Bernarda Alba de Miquel Ortega. Asímismo ha debutado en el Teatro Real de Madrid en la ópera L´italiana in Algeri bajo la dirección de Jesús López Cobos.
Sus futuros compromisos son Le nozze di Figaro (Cherubino) en el Palacio Euskalduna de Bilbao, dirigida por Emilio Sagi y Eduardo López Banzo, Isola Disabitata de Manuel García en el Teatro Arriaga y Maestranza de Sevilla, Carmen (Mercedes) de Bizet en el Palacio Baluarte de Pamplona y Mirentxu de Guridi en el Teatro Arriaga bajo la dirección de Emilio Sagi y David Giménez Carreras.
Andeka Gorrotxategi, tenor
Joven tenor nacido en Abadiño (Bizkaia). Comienza su formación vocal con las profesoras Mercedes Martínez y Agurtzane Mentxaka, continuando sus estudios de canto con la profesora Ana Begoña Hernández. Perfecciona su formación en Roma con Elisabetta Fiorillo, París, con Viorica Cortez, y en los EEUU , con el prestigioso maestro, Francisco Casanova.
Ha sido galardonado con varios premios, destacando: Primer premio del Concurso Ciudad de Logroño 2006, Tercer premio del Concurso Manuel Ausensi de Barcelona 2006 y 2009, Segundo premio del concurso Internacional de Canto de Bilbao 2006, Primer premio en el Concurso Luis Mariano de Irun 2007 y Tercer premio en el Concurso Internacional de Opera de Marsella 2007.
Durante el verano de 2009 interpreta varios recitales, dos de ellos en la Quincena Musical Donostiarra, con gran éxito de público y crítica.
Entre sus proyectos más inmediatos, destacan una gira por Argentina, donde participará en la versión en concierto de Mendi-Mendiyan de Usandizaga, su participación en El Caserio de Guridi en el Teatro Victoria Eugenia de Donostia, el Réquiem de Mozart y con la soprano Maria Bayo interpretará la ópera de J.Guridi, Mirentxu en el Teatro Arriaga de Bilbao.
Fernando Latorre, baritonoa / barítono
Nace en Bilbao. Obtiene los títulos superiores de Canto, Composición, Orquestación y Pedagogía Musical. Simultáneamente realiza estudios de Piano y Viola.
En 1992, se traslada a Milán donde perfecciona la técnica vocal y el repertorio con prestigiosos nombres como F. Corelli, J. Aragall, E. Müller, y A. Kraus.
En la temporada 1995/6 entra a formar parte del Coro de Opera del Teatro alla Scala de Milán.
En el campo operístico, canta en las principales temporadas líricas de España. Ha compartido escenario con grandes nombres de la lírica como P. Domingo, J. Carreras, S. Ramey, J. Diego Flórez, R. Brusson, G. Casolla, etc. Alterna esta actividad con la de intérprete de Concierto y Oratorio.
Entre sus grabaciones cabe destacar la ópera Don Quijote de C. Halffter dirigida por P. Halffter (Glossa Music); Cantar de Alma poesía del siglo de Oro, I. Barredo al Piano (Arsis); El caserio de J. Guridi con la Orquesta Sinfónica de Bilbao y dirigida por J. Mena (Naxos), Otoitz baten gisan de Ramón Lazkano (Pagoarte); Zuk Zer Dezu de F. Ibarrondo (R.N.E.). La Bruja de R. Chapí, dirigida por M. Roa (Deutsche Grammophon).
José Ramón Encinar, director
Desde la temporada 2000/2001 es Director Titular y Artístico de la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid.
Ha sido Director Titular de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (1982-1984) y de la Orquesta Sinfónica Nacional Portuguesa (1999-2001); Director Principal del Grupo Proyecto Gerhard y Proyecto Guerrero. Entre 1976 y 1983 fue Asistente de Composición de Franco Donatoni en los cursos de perfeccionamiento de la Academia Chigiana de Siena (Italia). Desde 1973 y durante más de veinte años fue Director del Grupo KOAN.
Dirige habitualmente las orquestas españolas y ha actuado en multitud de salas de Europa y Latinoamérica al frente de numerosas orquestas: RAI italiana, Sinfónica Siciliana, Orquesta Arturo Toscanini de Parma, Orquesta Verdi de Milán, Sinfónica de Londres, English Bach Festival, Sinfónica de Basilea, Sinfónica del Teatro Estatal de Karslruhe, Sinfónica Nacional Argentina, Sinfónica Nacional de México, Nacional de Venezuela y Nacional de Puerto Rico y del Festival Casals.
Entre sus próximos compromisos figuran conciertos en Francia, Alemania, Polonia e Italia.
Ha grabado para los sellos internacionales: Naxos, Stradivarius, Verso, Decca, Deutsche Grammophon…
Entre los premios que se le han otorgado figura el Nacional de Música en la modalidad de composición en 1988 y como intérprete el de la CEOE.
José Ramón Encinar es Académico de Número de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y Académico Correspondiente de la de Bellas Artes de Granada.
Es frecuente desde principios del siglo XX que los compositores echen una mirada atrás y se sirvan de inspiración, o simplemente rindan homenaje, a la música de los antiguos. Así, Stravinsky partió de fragmentos de Pergolesi para recrear el sonido del barroco italiano. Añadió, claro está, todo el colorido y el sentido rítmico de su escritura en una obra que ofrecemos completa, con la intervención de los cantantes. Nuestro Sorozabal, por su parte, transcribió para orquesta la música coral de Tomás Luis de Victoria. Y entre tanto revisionismo, el barroco original de Marcello y su bellísimo concierto para oboe.
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