Conciertos
25 años del Cuarteto Casals
Shiyeon Sung, directora
Cuarteto Casals
I
VICTORIA BORISOVA-OLLAS (1969)
Angelus*
JOHN ADAMS (1947)
Absolute jest
Cuarteto Casals
II
RICHARD STRAUSS (1864 – 1949)
Tod und Verklärung Op. 24
* Estreno en España.
FECHAS
- 04 de mayo de 2023 Palacio Euskalduna 19:30 h. Comprar Entradas
- 05 de mayo de 2023 Palacio Euskalduna 19:30 h. Comprar Entradas
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FECHAS SEÑALADAS
Hay dos clases de personas: las que recordamos con facilidad cumpleaños, aniversarios y fechas importantes y las que se empeñan en agraviarnos olvidando una y otra vez fechas, momentos y recuerdos. Si ustedes se encuentran en el primer grupo, me habrán entendido perfectamente; si se encuentran en el segundo, sin duda estarán poniendo los ojos en blanco pensando que soy otra de esas exageradas que montan un drama porque se les haya pasado mandarme un meme ñoño con globos y corazoncitos en determinada fecha. ¡Con la de cosas importantes que tiene todo el mundo en la cabeza! ¿Qué más da, si es un día como otro cualquiera?
Y ahí es donde está la diferencia fundamental porque, para algunos –entre los que no sólo me cuento, sino que lidero–, esas fechas señaladas no son un día más. Son días especiales en los que recordar hechos importantes, puntos de inflexión en nuestras vidas, momentos en los que hacer sentir a las personas que nos rodean que son importantes para nosotros y que queremos compartir con ellos cada avance y cada momento clave, para apoyarnos en los tragos amargos y celebrar todo lo que se pueda en esta complicada existencia. Y, de la misma forma que no olvidamos las fechas de nuestros seres queridos, también nos gusta que ellos recuerden las nuestras.
Aunque, en realidad, existe un tercer tipo de personas: las que no olvidan las fechas especiales, pero hacen como que sí, porque no les gustan. Y no me estoy refiriendo a acontecimientos tristes, que no son agradables de recordar para nadie. Hay un tipo de personas que aborrecen los cumpleaños… porque no quieren hacerse viejas. Asumir el paso del tiempo –y todo lo que conlleva– no es algo fácil para todo el mundo. Pero el tiempo pasa, los aniversarios se suceden, y qué mejor manera de celebrarlos que con música.
La primera obra que escucharemos esta noche está escrita para el 850 aniversario de la ciudad de Munich. Encargada por la Orquesta Filarmónica y el Ayuntamiento de la ciudad a la compositora ruso-sueca Victoria Borisova-Ollas para festejar la efeméride, Angelus es una pieza que recoge un paseo sensorial por la ciudad, desde el amanecer hasta el atardecer, llevando al oyente por un trayecto urbano que recorre los principales campanarios y relojes.
La música de esta obra es colorista y fluida, como si de un poema sinfónico impresionista se tratase, sugiriendo atmósferas y estados de ánimo a través de una orquestación ecléctica, fácil de escuchar.
Tras una introducción misteriosa, la pieza comienza con un primer tema de aire celta y regusto antiguo que aparece lentamente. Emergiendo de entre estas brumas matutinas, la campana de Peterskirche destaca con su brillo, al que se unen las campanas de las iglesias cercanas y el canto de los pájaros revoloteando sobre el mercado de Viktualien. Continúa el vigoroso paseo hasta detenerse un momento en Marienplatz, a tiempo de escuchar a mediodía el Rathaus Glockenspiel, el reloj mecánico del ayuntamiento, que reproduce con su carillón una característica y reconocible melodía. Después de esta parada, el paseo nos conduce a través de episodios más lentos y tranquilos, casi reflexivos, para deslizarse gradualmente, con reluctancia e impaciencia a partes iguales, hasta el tañido vespertino del Ángelus en la Frauenkirche y el posterior servicio religioso. El final de la obra devuelve al paseante a la Peterskirche, desde donde se escucha el último toque de campana, que se diluye tranquilamente en la pacífica calma del atardecer.
Y, si Victoria Borisova-Ollas evocaba la ciudad de Munich de una forma algo mística y desdibujada para celebrar sus 850 años, el compositor estadounidense John Adams asumía el encargo de una obra para conmemorar el centenario de la Sinfónica de San Francisco con una energía y vitalidad a medio camino –tal y como el juego de palabras del título Absolute jest indica– entre una broma y una gran gesta. Probablemente, si la cumpleañera es una ciudad de edad avanzada, sea mucho más apropiada para esta vieja dama una obra de cierta elegancia y sosiego, mientras que una orquesta centenaria es –o debería ser– una joven alegre, idealista y extrovertida que necesita diversión y retos.
Adams describe la pieza como «un colosal scherzo de 25 minutos», una especie de concierto para cuarteto de cuerdas y orquesta que juega con fragmentos de obras de Beethoven como si fueran piezas de un Mr. Potato.
La idea de Absolute Jest fue sugerida por una interpretación de Pulcinella de Stravinsky y la forma en que éste había absorbido los recursos y maneras musicales del pasado y los había reelaborado en su propio lenguaje. El mismo Adams reconocía que no hay nada particularmente nuevo en que un compositor interiorice la música de otro y "la haga suya", pero la broma absoluta de John Adams es un trabajo de fantástica imaginación y extraordinaria energía; hasta tal punto es así que la propia formación de cuarteto de cuerdas y orquesta es tan insólita que genera desde problemas “domésticos” –¿cómo colocar cuatro solistas en posición destacada pero de forma que puedan seguir al director y que no queden ocultos visual y auditivamente para el público?– hasta cuestiones más técnicas como conseguir equilibrar la articulación y el sonido de un cuarteto de cuerda con la masa y el cuerpo de una orquesta.
Pero, salvando las dificultades, la música sorprende desde su inicio abriendo con el motivo rítmico del comienzo del scherzo de la Novena sinfonía para construir un homenaje a Beethoven que va mucho más allá y que invita a “jugar a detectives” e identificar pasajes del primer movimiento de la Séptima, del cuarteto op. 131 –la fuga de apertura y el scherzo de quinto movimiento–, del cuarteto op. 135 –de nuevo el scherzo, segundo movimiento–, de la Große Fuge op.133, de la sonata Waldstein, la sonata Hammerklavier, algún detalle de la Octava… en un estilo adamsiano ingobernable y absolutamente fascinante.
Sin embargo, llega un día en que los cumpleaños se acaban –es ley de vida– y pasamos a contar los aniversarios de quienes ya no están. Y, aunque vivimos en una sociedad en la que disfrazamos a la enfermedad de lucha y escondemos la muerte en asépticos tanatorios que reciben en horario de oficina, nadie escapa de sus –frías– manos y otras épocas, otras sociedades, otras circunstancias lo han sabido ver así enfrentándose a la muerte y su significado, lo que hay más allá de ella, de una forma más natural y más orgánica.
Aun así, lo que tenía el joven Strauss en mente cuando escribió Muerte y Transfiguración –Tod und Verklärung– no está muy claro pero, para el estreno de la obra, pidió a su amigo y mentor Alexander von Ritter que escribiera un pequeño poema sobre «los trabajos terrenales que conducen a la felicidad celestial», así que algo de esto habría rondado su cabeza mientras componía, al más puro estilo de los poemas sinfónicos de Liszt, una obra con un título de referencias wagnerianas –eso de Verklärung lo había utilizado previamente el de Leipzig en una parte de Tristan, aunque luego lo cambió–.
Para la publicación de la obra y a petición del propio Strauss, Ritter tuvo que ampliar su poema, convirtiéndolo en una guía músico-dramática en cuatro partes, una por cada sección de la composición:
I. En una buhardilla pobre y débilmente iluminada, yace un hombre agonizante. Nada perturba el silencio salvo el tictac de un reloj –¿o será el latido de su corazón?–. Adormilado, sonríe en sueños recordando momentos de ingenua e inocente felicidad. «Un hombre, enfermo, yace en su jergón, en una buhardilla mísera y escuálida, iluminada por el pálido y vacilante resplandor de una vela casi consumida. Exhausto por una desesperada lucha con la muerte, ha caído en profundo sopor. Ningún ruido turba el silencio de aquello que se cierne inevitablemente, salvo el débil y monótono pulso de un reloj de pared. Una sonrisa dolorosa atraviesa de tanto en tanto las pálidas facciones del hombre, en el límite postrero de su vida, los sueños le traen el recuerdo de los dorados días de la infancia.»
II. De nuevo le sacude la fiebre y se reanuda la agonía, una furiosa lucha entre la vida y la muerte en cuyo clímax se escucha, brevemente, el tema de la Transfiguración –que dominará la parte final de la obra–, anticipando lo que ha de venir. «Pero la muerte no dará tregua a la víctima ni en su reposo ni en sus sueños. Ataca brutalmente y de nuevo comienza la lucha: la voluntad de vivir, contra el poder de la muerte. ¡Horrible combate! Todavía ninguno es vencedor; el moribundo se hunde en su jergón y reina nuevamente el silencio.»
III. Pero, débil, el enfermo cae en un estado de postración. En delirios febriles, el moribundo revive los momentos importantes de su vida hasta que, por fin, llega la muerte. «Fatigado por la lucha, alucinado, en febril delirio, ve reproducir su vida paso a paso. Primero, el albor de su niñez, radiante en su pura inocencia. Luego el adolescente que apresta y pone a prueba sus fuerzas para la lucha del hombre. Y después el hombre que se bate por el máximo premio de la vida: alcanzar un alto ideal y engrandecerlo aún más por su acción. Todo esto lo ha ansiado siempre su corazón. Lo ansía todavía en el sudor de la muerte… ¡Lo ansía, pero es inalcanzable! Aunque ahora lo vea más y más claramente, aunque ahora brille ante sí, no puede alcanzar ese ideal totalmente, ni dar a su empresa el último remate. Suena entonces el toque acerado del glacial martillo de la Muerte; la envoltura terrena se quiebra en dos.»
IV. Pero la muerte sólo es el paso a la transfiguración. El canto firme, envuelto en opulentas sonoridades, habla de redención y de la ascensión a la vida eterna y el tema de la Transfiguración crece desde el pianísimo hasta el éxtasis pleno de la victoria del espíritu humano sobre la muerte inexorable del cuerpo. «Pero ahora, desde lo alto resuena el triunfo; lo que en vano buscó en la Tierra, le saluda desde el Cielo: ¡Liberación, transfiguración!»
En el programa de hoy, la música nos ha llevado a celebrar la vida, el tiempo y su paso de tres formas muy diferentes. No teman encontrar la suya propia y, sobre todo, no olviden felicitar en fechas señaladas a quienes ya la han encontrado.
Nora Franco
Cuarteto Casals.
VERA MARTÍNEZ-MEHNER, violín
ABEL TOMÀS, violín
JONATHAN BROWN, viola
ARNAU TOMÀS, violonchelo
Tras ganar los primeros premios en los concursos internacionales de Londres y de Hamburgo, el Cuarteto Casals, fundado en 1997 en la Escuela Reina Sofía de Madrid, ha sido invitado de manera regular por las salas de conciertos más prestigiosas del mundo incluyendo Carnegie Hall (Nueva York), Philarmonie (Berlín), Cité de la Musique (París), Konzerthaus and Musikverein (Vienna), Concertgebouw (Ámsterdam) y Suntory Hall (Tokyo) entre otras muchas ciudades del mundo.
El Cuarteto Casals en la temporada 22/23 está inmerso en la conmemoración de su XXV Aniversario, y lo están celebrando con una grabación y una serie de conciertos de la integral del ‘Arte de la Fuga’ de Johan Sebastian Bach. Lo más destacado de sus últimas temporadas incluye el ciclo de los 10 últimos cuartetos de Mozart en la Pierre Boulez Sall en Berlín, ‘Absolute Jest’ de John Adams con la Orquesta Sinfónica de Barcelona así como sus múltiples giras por Europa y Norteamérica.
El Cuarteto ha desarrollado una importante producción discográfica para el sello Harmonia Mundi, formada hasta el momento por 12 CDs, que incluyen un amplio repertorio que abarca desde autores menos conocidos como Arriaga o Toldrà hasta compositores clásicos vieneses como Mozart, Haydn, Schubert y Brahms, sin olvidar grandes nombres del siglo XX como Debussy, Ravel y Zemlinsky. También destaca la grabación en directo de una serie de DVDs con la integral de los cuartetos de Schubert, editados por Neu Records.
En 2020, Harmonia Mundi lanzó, con excelentes críticas, la entrega final en tres volúmenes del Cuarteto Casals de la integral de los cuartetos de Beethoven titulados Inventions, Revelations y Aphoteosis, respectivamente. Al año siguiente, el cuarteto lanzó la segunda parte de su grabación de los seis cuartetos de Mozart dedicados a Haydn, una actuación que la revista Strad describió como "una conmovedora destilación de la esencia misma de la música".
Tras ganar el prestigioso premio de la Fundación Borletti-Buitoni de Londres, el Cuarteto empezó a utilizar arcos del período barroco-clásico para interpretar a compositores desde Purcell hasta Schubert, práctica que ha aportado al grupo una nueva dimensión acústica que favorece aún más sus exposiciones de los diferentes lenguajes estilísticos. El Cuarteto Casals ha recibido una profunda influencia de compositores vivos de nuestra época como György Kurtág y ha realizado estrenos mundiales de notables compositores españoles de la actualidad, entro los que destaca el concierto para cuarteto de cuerda y orquesta de Francisco Coll estrenado junto a la Orquesta Nacional de España y encargos de Mauricio Sotelo, Benet Casablancas, Dahoud Salim, Lucio Amanti, Aureliano Cattaneo y Matan Porat.
En reconocimiento a su tarea de difusión cultural, el Cuarteto Casals recibe ayudas de la Generalitat de Catalunya y del Institut Ramon Llull. El grupo ha sido reconocido con el Premio Nacional de Música (2006), el Premi Nacional de Cultura de Catalunya (2016), y el Premi Ciutat de Barcelona (2005). El Cuarteto actúa cada año en el Palacio Real de Madrid, con la extraordinaria colección de instrumentos Stradivarius.
El Cuarteto aparece a menudo en televisión y radio de toda Europa y en América del Norte y, además de impartir clases magistrales muy solicitadas, es Cuarteto Residente en el conservatorio Koninklijk de La Haya, la Escuela de Música de Fiesole y en la Escuela Superior de Música de Cataluña de Barcelona, ciudad donde residen los cuatro miembros.
Shiyeon Sung.
Directora
La directora surcoreana Shiyeon Sung es una auténtica pionera en su profesión. Es la primera directora de Corea del Sur en dar el salto al podio de orquestas de renombre internacional, incluidas la Royal Concertgebouw Orchestra, Orchestre Philharmonique de Radio France, Los Angeles Philharmonic, Konzerthaus Orchestra Berlin y la orquesta de Bamberg.
Cuando fue nombrada directora asistente de la Boston Symphony Orchestra en 2007, su reputación como uno de los talentos emergentes más interesantes del circuito musical internacional ya estaba asegurada: poco antes, Shiyeon Sung había ganado el Concurso Internacional de dirección Sir Georg Solti y el Concurso de dirección Gustav Mahler en Bamberg. Durante su estancia de tres años en Boston, comenzó una estrecha colaboración con la Seoul Philharmonic Orchestra y dirigió su concierto de apertura de temporada en 2007. En 2009, la orquesta estableció un puesto de directora asociada especialmente para ella, que ocupó hasta 2013.
La lista de orquestas con las que Shiyeon Sung ha trabajado desde entonces es notable. Incluye orquestas europeas de renombre como la Rotterdam Philharmonic Orchestra, Orchestre Philharmonique de Radio France, Swedish Radio Symphony Orchestra, Philharmonia Orchestra, Konzerthaus Orchestra Berlin, y la Bamberg Symphony, además de la National Symphony Orchestra Washington, Sydney Symphony Orchestra, y Los Angeles Philharmonic, que dirigió en un espectacular concierto debut con Martha Argerich en el Festival Internacional de Música de Tongyeong. Además, ha participado como directora invitada en el Teatro Colón de Buenos Aires y la Ópera de Estocolmo.
Fue directora titular de la Gyeonggi Philharmonic Orchestra desde 2014 hasta finales de 2017, tiempo durante el cual llevó a la orquesta al éxito internacional. Después de una actuación en 2015 en la Philharmonie de Berlín, en 2017 Shiyeon Sung y su orquesta fueron la primera orquesta asiática en ser invitada para una aparición especial en el Musikfest de Berlín, renombrado festival internacional de orquestas. Su grabación de la Sinfonía n.º 5 de Mahler para Decca muestra el destacado trabajo de Shiyeon Sung por el que recibió el Premio de Interpretación Musical 2017 de la Daewon Cultural Foundation. Después de dejar Gyeonggi, Shiyeon Sung se mudó a Berlín, donde ahora reside, pero sigue siendo una invitada popular en su país de origen y regresa regularmente a la Ópera Nacional de Corea y la Seoul Philharmonic Orchestra.
Su debut con la Royal Concertgebouw Orchestra, la Bavarian Radio Symphony Orchestra, Atlanta Symphony, Utah Symphony, la Orquesta Nacional de España, la Sinfónica de Haifa, la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la Orquesta de Valencia y la Auckland Philharmonia fueron los momentos más destacados de la temporada 2021/22. En la temporada 2022/23 debutará con la Royal Philharmonic Orchestra, Haifa Symphony, Swedish Chamber Orchestra, Queensland Orchestra, Tucson Symphony Orchestra, con la Hofer Symphoniker así como con las orquestas de Navarra y Tenerife en España. También volverá con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires para un concierto en el Teatro Colón, la Bilbao Orkestra Sinfonikoa, la Oviedo Filarmonía, la Antwerp Symphony Orchestra y la Auckland Philharmonia.
Nacida en Pusan, Corea del Sur, Shiyeon Sung ganó varios premios como pianista en concursos juveniles. De 2001 a 2006, estudió dirección orquestal con Rolf Reuter en la Hanns Eisler School of Music de Berlín y continuó su educación con estudios avanzados de dirección con Jorma Panula en el Royal College of Music de Estocolmo.
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