Conciertos
BOS 5
Aimez-vous Brahms?
Aimez vous Brahms?
Erik Nielsen, director
Renaud Capuçon, violín
I
JOHANNES BRAHMS (1833 – 1897) Sinfonía No. 3 en Fa Mayor Op. 90
I. Allegro con brio
II. Andante
III. Poco allegretto
IV. Allegro
BERND ALOIS ZIMMERMANN (1918 – 1970) Sinfonía en un movimiento (versión 1953)*
II
JOHANNES BRAHMS (1833 – 1897) Concierto para Violín y Orquesta en Re Mayor Op. 77
I. Allegro non troppo
II. Adagio
III. Allegro giocoso ma non troppo
* Primera vez por la BOS
Lo nunca antes vivido
Cuando en 1853 Schumann señala a Brahms como el músico del futuro, como “un joven en torno de cuya cuna las gracias y los héroes hicieron guardia de honor”, está asumiendo el desgaste de sus propias fuerzas compositivas y poniendo en manos de su protegido la responsabilidad, por él mismo desestimada, de continuar y de renovar los lenguajes y las formas del conocimiento heredadas de la tradición alemana. Pero semejante responsabilidad acaba por volverse obsesiva sobre el joven Brahms, que teme convertirse tras los pasos de Beethoven en un compositor póstumo, más cuando el fracaso en 1859 del Concierto para piano en re menor (su primer, arduo y muy sincero intento de cultivar la gran forma) actúa como elemento de contención de su incomparable energía natural. Por eso el proyecto de componer una sinfonía se debe prolongar durante más de quince años, pero definitivamente superados los temores vuelve a prosperar la seguridad en sí mismo y a partir de esa primera sinfonía (1876) su repertorio se va enriqueciendo paulatinamente con obras que conforman el núcleo sinfónico, ciertamente tardío, de su catálogo.
En esa maduración de sus impulsos creativos, en esa enmienda de su conciencia histórica, en esa búsqueda de un espacio sólidamente insertado en la tradición, no es irrelevante la elección de Viena como ciudad de residencia, tanto por sus vínculos con el clasicismo musical como por su condición de fortaleza ante los arrestos progresistas de Liszt y Wagner, de quienes Brahms es una figura prácticamente antitética. Triunfar en Viena es un reto permanente en su carrera y toda obra que aspire a su padrinazgo definitivo debe enfrentarse antes al juicio del imprevisible público vienés, condicionado siempre por resistencias críticas (Eduard Hanslick a la cabeza) de enorme influencia en los círculos musicales de la ciudad. Porque el Brahms maduro, frente a la imagen de músico aislado y despreocupado con que a menudo se nos presenta, trabaja por promocionar sus obras, prepara a conciencia los estrenos, organiza nuevos conciertos y muestra sensibilidad ante las reacciones que motivan sus composiciones.
Cuando empieza a escribir su Concierto para violín, en el verano de 1878, tiene las dos primeras sinfonías a sus espaldas y domina ampliamente las claves de la gran forma, además de contar con precedentes tan cercanos y atractivos como los conciertos de Beethoven y Mendelssohn, pero para la escritura violinística es esencial la colaboración de Joseph Joachim, con quien trabaja mano a mano con eficacia pero no sin ciertas tensiones. Por un lado, Joachim aspira a que el concierto sea una obra de lucimiento para ambos, también para él, algo que Brahms en ningún momento antepone a su visión general de la nueva composición, de forma que hace caso omiso a buena parte de las sugerencias del futuro solista. Por otro lado, éste alerta al compositor de los problemas de equilibrio que puede implicar enfrentar a un violín (incapaz de generar un sonido tan poderoso como el de un piano) a la orquesta masiva que Brahms tiene en mente. Finalmente el concierto llega in extremis al estreno en Leipzig el día de Año Nuevo de 1879 y la buena acogida de su público anima a Brahms a presentarlo, dos semanas después, en la Musikverein de Viena, donde obtiene un triunfo espectacular que sorprende a casi todos, incluso a él mismo, radiante por “un éxito tan grande como el mayor nunca antes vivido”. No puede ser de otra forma tratándose de un concierto destinado a ser uno de los más celebrados del siglo XIX, de una obra que condensa, en sus tres movimientos, trazos expresos del estilo brahmsiano y admirables eclosiones de su personalidad musical, desde la grandeza sinfónica de su movimiento inicial y el lirismo penetrante de su Adagio hasta el espíritu zíngaro de su Allegro giocoso, en el que los reiterados ritmos punteados asumen un rol determinante y vertebrador.
Tras la nueva conquista, la vena creadora de Brahms se siente estimulada y en los años sucesivos continúa la composición de obras orquestales (dos oberturas y el monumental Concierto para piano nº 2) hasta llegar, en su Tercera sinfonía, a la consumación casi total de las posibilidades que el lenguaje de los clásicos ofrece a su música, por lo que es también compendio de las diversas influencias que orbitan sobre ella. Compuesta en la ciudad balneario de Wiesbaden en el verano de 1883, antes de su estreno recibe estupendas palabras de varias personas cercanas al compositor, entre ellas de Clara Schumann: “He pasado muchas horas felices con tu maravillosa creación. […] ¡Qué obra! ¡Qué poema! De inicio a fin te envuelve la calma misteriosa de los bosques…”. No obstante, para la primera interpretación cuenta con la Filarmónica de Viena dirigida por Hans Richter, un wagneriano de buena ley (encargado del estreno mundial de El anillo del nibelungo en Bayreuth) a quien se responsabiliza del fracaso inicial de las dos primeras sinfonías brahmsianas en la ciudad. La suerte cambia por completo con la Tercera, que rebasa todas las expectativas y es saludada casi unánimemente entre críticos y músicos como la mejor de sus obras. El propio Richter encuentra en ella una veraz reanimación del potencial beethoveniano y la bautiza como la “Heroica de Brahms”, aunque realmente no se puede entender la Tercera con Beethoven como único polo de referencia. De hecho, que se trata de la más schumanniana de las cuatro sinfonías es una evidencia que viene dada no sólo por el tono primaveral, el fervor poético y la energía lírica que atraviesa amplias áreas de la partitura, sino por el espléndido tema que recupera de la sinfonía Renana para enriquecer el espectro melódico del movimiento inicial, propulsado por fuertes tensiones rítmicas.
En adelante la música se organiza en base a un esquema tradicional, de tal manera que toda la inventiva de Brahms se desarrolla dentro de límites formales claros y perfectamente definidos. El Andante, en do mayor, recrea un clima sereno y pastoral en el que las maderas cantan a placer sobre una orquesta en constante búsqueda, sobre todo en su sección central, de una cierta plenitud sonora. Sin duda, el centro de gravedad de la sinfonía es el Poco Allegretto, cuya melodía inicial es de esas que no se olvidan, que traspasan fronteras y llegan hasta el mundo de los videojuegos, con la particularidad de que sus connotaciones más bien sombrías dan al movimiento un tono difícilmente asociable a la naturaleza de un Scherzo tradicional. Más común en cuanto a forma y métrica, el Allegro alla breve concentra la mayor carga dramática de la sinfonía, que viene dada por la ambigüedad armónica y la fortaleza de sus distintos temas, todos ellos manifestados con energías diversas, pero hacia el final la música pierde el latido triunfal y el motivo inicial de Schumann reaparece para llevar la obra a un inesperado (pero coherente con su carácter global) cierre en pianissimo.
Todo lo que las sinfonías de Brahms deben a la tradición se relativiza a medida que aumenta la distancia hacia ellas, y con el tiempo comienzan a aflorar en su interior raíces de futuro invisibles para sus contemporáneos. Los debates entre progresistas y conservadores se apagan en la medida en que mueren los defensores de cada correspondiente bando y poco a poco se impone la certeza de que, como dice Ulrich Dibelius, “no hay música que no se haya escrito sin conocimiento y sin relación con otra música ya existente”. En una vista panorámica Brahms se eleva como el gran defensor de la sinfonía alemana en su época, pero su influencia se proyecta sobre la música posterior de una forma que ni siquiera él mismo es capaz de intuir. Schoenberg defiende en reiteradas ocasiones la modernidad de Brahms, con quien comparte una fidelidad a ciertas técnicas compositivas como la variación desarrollada y la prosa musical (según su terminología), ambas determinantes para allanar el camino hacia ese “lenguaje musical sin restricciones” tan deseado por los compositores de inicios del XX.
Tampoco los compositores que deben partir prácticamente desde la nada después de la Segunda Guerra Mundial pueden borrar totalmente (aunque a menudo lo pretendan) las huellas del pasado, sobre todo en los países de órbita germana, por lo que el sinfonismo de Brahms está presente en las discusiones, los encuentros y los estudios que se producen a partir de 1945 en el seno de los Cursos de Darmstadt y las Jornadas de Frankfurt. A ambos acuden jóvenes compositores de todas las nacionalidades, también alemanes, que buscan nuevas ideas para revitalizar una música entonces en fase terminal, abatida tras la desmoralización y el tremendo shock del nazismo. Todos ellos trabajan de manera independiente, desarrollando sus propios procedimientos y lenguajes, por lo que en la práctica no se puede hablar de un estilo de época, sino de un espíritu común de cambio, de enriquecimiento, de inspiración.
Uno de esos jóvenes compositores alemanes es Bernd Alois Zimmermann (1918-1970), a quien sería francamente difícil encuadrar dentro de una única corriente musical, dado que en sus comienzos abraza la causa del dodecafonismo, pero enseguida empieza a experimentar libremente con ideas y técnicas procedentes de distintas épocas (canto gregoriano, corales de Bach, música electrónica, jazz, etc.) y, en todo momento, a establecer lazos con la cultura musical alemana del pasado. Una pieza inicial en su carrera es la concisa Sinfonía en un movimiento (1953), que aúna en un mundo violentamente eruptivo, salpicado de visiones apocalípticas, el gesto expresionista de Berg y el pensamiento neoclásico de Stravinsky. Nuevamente la sinfonía se muestra en Alemania como espacio descubierto en el que un compositor encuentra un campo aislado de análisis, estudio y práctica. Desde ahí, en numerosos casos se conduce a una zona de bastante más riesgo e impacto social como es la ópera, elegantemente eludida por Brahms pero encarada por Zimmermann (y a ella debe su trascendencia) con la grandeza de sus mejores antecesores.
Asier Vallejo Ugarte
FECHAS
- 01 de diciembre de 2016 Palacio Euskalduna 19:30 h. Comprar Entradas
- 02 de diciembre de 2016 Palacio Euskalduna 19:30 h. Comprar Entradas
Venta de abonos, a partír del 24 de junio.
Venta de entradas, a partir del 16 de septiembre.
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RENAUD CAPUÇON
Violín
Estudió en el Conservatorio Superior de París con Gérard Poulet y Veda Reynolds, con Thomas Brandis en Berlín y con Isaac Stern. En 1998 Abbado le eligió concertino de la Joven Orquesta Gustav Mahler. Premios Victoires “Estrella Emergente”, “Nuevo talento del año” y “Solista instrumental”.
Esta temporada actúa con la Filarmónica de la BBC y Noseda, Sinfónica de Chicago y Haitink, Filarmónica de Los Angeles y Harding, Sinfónica de Boston y Dohnanyi, Orquesta de Cámara de Europa y Nezet-Seguin y la Orquesta Nacional de Francia y Daniele Gatti. En 2013 ofreció el estreno mundial del Conciertopara violín de Pascal Dusapin y este año inauguró la Philharmonie de París.
Actúa asiduamente con Martha Argerich, Nicholas Angelich, Khatia Buniatishvili, Yefim Bronfman, Gérard Caussé, Mischa Maisky y Jean-Yves Thibaudet.
Ha grabado los conciertos de Dutilleux, Mendelssohn, Schumann, Mozart, Beethoven, Korngold, Brahms, Berg, Saint-Saëns, Bruch, Lalo y un ingente número de obras de cámara.
En 2011 fue nombrado “Chevalier dans l’Ordre National du Mérite”. Es director artístico del Festival de Pascua de Aix-en-Provence, de los Sommets Musicaux de Gstaad y profesor de violín en la Escuela Superior de Lausana.
Toca el violín Guarneri del Gesù “Panette” que perteneció a Isaac Stern.
ERIK NIELSEN
Director
Erik Nielsen es el Director Titular de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa desde septiembre de 2015.
Desde la temporada 2016-17, ocupa también el cargo de Director Musical del Teatro de Basilea.
Erik Nielsen, estudió dirección en el Instituto Curtis de Música de Filadelfia, y se graduó con doble especialización en oboe y arpa en la Juilliard School de Nueva York.
Fue miembro de la Academia de la Orquesta Filarmónica de Berlín, en la que tocó el arpa.
En septiembre de 2009, obtuvo el premio de dirección y la beca que concede la Fundación Solti en los Estados Unidos.
Ha interpretado un amplio repertorio operístico , con entidades como la Ópera de Fráncfort, la English National Opera , la Boston Lyric Opera, Metropolitan Opera de Nueva York, la Ópera de Roma, la Semper Oper de Dresde, el Festival de Ópera Hedeland , la Deerik nielsenutsche Oper Berlín, el Teatro Nacional de Sao Carlos , el Teatro de la Ópera de Malmo, el Teatro de la Ópera de Zúrich, el Festival Bregenz, el Teatro de los Campos Elíseos en París, ABAO, la Ópera Nacional de Hungría, y la Ópera Nacional de Gales.
En el campo orquestal, ha dirigido a la New World Symphony, Orquesta de Cámara de Ginebra, las orquestas sinfónicas de la radio de Fráncfort y Stuttgart, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Orquesta Sinfónica Portuguesa de Lisboa, la Filarmónica de Estrasburgo, la Filarmónica de Luxemburgo, la Filarmónica de Westfalia del Sur, el Ensemble Modern, y la Northern Sinfonia del Reino Unido, entre otras.
Comenzamos nuestro quinto programa de la temporada 2016-2017, y segundo del ciclo dedicado a Brahms, con la interpretación de la Sinfonía nº 3 en Fa Mayor Op. 90 de Johannes Brahms. Interpretamos por primera vez esta obra el 14 de octubre de 1933 bajo la dirección de Jesús Arámbarri en la Sociedad Filarmónica de Bilbao. Desde entonces la hemos podido escuchar en otras 12 ocasiones en nuestra temporada de conciertos, siendo la última los días 7 y 8 de junio de 2012 bajo la dirección de Günter Neuhold. Emplearemos para su interpretación el material publicado por la editorial Breitkopf & Härtel (https://www.breitkopf.com).
A continuación interpretaremos por primera vez en nuestra temporada la Sinfonía en un movimiento de Bernd Alois Zimmermann en su versión de 1953. Para esta primera interpretación, de obra y de compositor, emplearemos el material publicado por la editorial Schott Musik (https://de.schott-music.com). Pueden encontrar más información sobre el compositor y su obra siguiendo los siguientes enlaces:
- Catálogo de obras: https://en.schott-music.com/shop/media/eWerk/0/2/9/20992/500_MAVE/EWV/bernd-alois-zimmermann_EN.pdf?
- Ficha sobre B.A. Zimmermann en el sitio web del IRCAM: http://brahms.ircam.fr/bernd-alois-zimmermann#bio
Ya en la segunda parte podremos escuchar el Concierto para violín y orquesta en Re Mayor Op. 77 de Johannes Brahms. Interpretamos por primera vez este concierto el 28 de marzo de 1943 con el violinista y concertino de la BOS Jenaro Morales bajo la dirección de Jesús Arámbarri en el Teatro Buenos Aires. Desde entonces la hemos podido escuchar en otras 8 ocasiones en el marco de nuestra temporada de conciertos, pero al margen de este detalle hemos tenido la oportunidad tanto en temporada como fuera de ella de compartirlo con violinistas del prestigio de Joseph Szigeti, Jacques Thibaud, Henryk Szeryng, Ruggero Ricci, Camilla Wincks, Mark Kaplan, Cho Liang Lin, Varujan Cozighian y Boris Belkin. Fue precisamente éste último quien lo interpretara por última vez en temporada los días 10 y 11 de mayo de 2012 junto al Maestro Günter Neuhold. Emplearemos para su interpretación el material publicado por la editorial Breitkopf & Härtel (https://www.breitkopf.com).
A continuación les recomendamos una serie de grabaciones comerciales de las obras de nuestro programa. Todas ellas pueden escucharse a través de Spotify siguiendo los enlaces señalados:
- Brahms: Sinfonía nº 3 en Fa Mayor Op. 90
Riccardo Chailly – Gewandhausorchester
Release date: 19/08/2014
Label: Decca
https://open.spotify.com/user/psuso/playlist/6Ft55wqHsalRjs0vd2StbX
- A. Zimmermann: Sinfonía en un movimiento
Karl-Heinz Steffens – Deutsche Staatsphilharmonie Rheinland-Pfalz
Release date: 14/10/2014
Label: Capriccio Records
https://open.spotify.com/user/psuso/playlist/6Ft55wqHsalRjs0vd2StbX
- Brahms: Concierto para violín y orquesta en Re Mayor Op. 77
Renaud Capuçon – Daniel Harding – Wiener Philharmoniker
Release date: 09/10/2012
Label: Erato
https://open.spotify.com/user/psuso/playlist/6Ft55wqHsalRjs0vd2StbX
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Concierto nº 23 para piano y orquesta en La Mayor K 488
I. Allegro
II. Adagio
III. Allegro assai
Jonathan Mamora, piano
II
RICHARD STRAUSS (1864 – 1949)
Also sprach Zarathustra Op. 30
*Primera vez por la BOS
Dur: 100’ (aprox.)
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Giancarlo Guerrero, director
La ONE y la “Titán” de Mahler
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Erik Nielsen, director