Conciertos

El concierto de Clara Schumann


Palacio Euskalduna.   19:30 h.

Programa 10

Gabriela Montero,  piano
Shiyeon Sung,  directora


I

EINOJUHANI RAUTAVAARA (1928 – 2016)

Cantus Arcticus, Concierto para pájaros y orquesta*

     I. El pantano
     II. Melancolía
     III. Cisnes migrando

CLARA SCHUMANN (1819 – 1896)

Concierto para piano y orquesta en la menor Op. 7*

     I. Alegro maestoso
     II. Romanze: Andante non troppo, con grazia
     III. Finale: Allegro non troppo

Gabriela Montero,  piano

II

ANTONIN DVORAK (1841 – 1904)

Sinfonía nº 6 en Re Mayor Op. 60

     I. Allegro non tanto
     II. Adagio
     III. Scherzo (Furiant): Presto
     IV. Finale: Allegro con spirito

FECHAS

Venta de abonos, a partír del 24 de junio.
Venta de entradas, a partir del 16 de septiembre.

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AUTÉNTICAMENTE GENUINOS

Como probablemente hayan podido leer o escuchar, la BOS, en esta temporada de su centenario, quiere «trazar un recorrido por la obra de algunas mujeres que han escrito música como una necesidad vital. Mujeres en diferentes épocas y situaciones históricas, insistiendo especialmente en aquellas que fueron víctimas de la más perversa e injusta de las censuras, la que se manifiesta en la apariencia de la renuncia voluntariamente aceptada.» Siguiendo este propósito, ya hemos podido escuchar esta temporada obras de Isabel Urrutia, Ethel Smyth y Birke Beltesmeier, para los próximos meses están programadas piezas de Louise Farrenc y Augusta Holmès, y este décimo abono de temporada que hoy nos ocupa se ha dado en llamar “El concierto de Clara Schumann” por razones obvias.

Dicho todo esto y teniendo en cuenta que para esta ocasión contamos además con Gabriela Montero al piano y la dirección de la coreana Shi-Yeon Sung, tengo la sensación de que se esperaban de mí unas notas al programa con claro acento femenino. Y, sin embargo –a riesgo de estar metiéndome en un charco–, creo que esa es una visión muy masculina de lo que es el feminismo.

Así que hoy les hablaré de genuinidad: una palabra poco frecuente que suena fea pero que, según la Fundéu (Fundación del Español Urgente asesorada por la RAE) está bien construida a partir del adjetivo genuino, -a.

La genuinidad –autenticidad, si prefieren– implica ser exactamente igual en nuestro interior y en nuestro yo visible, sin incongruencias entre lo que realmente somos y lo que mostramos ser; sin máscaras, corazas, barreras ni defensas que amortigüen el impacto que nos llegue a causar lo que los demás puedan pensar sobre nosotros.

Y realmente debe de ser muy importante esto de la autenticidad ya que constantemente escuchamos ese consejo al parecer infalible de “sé tú mismo”. Que vas a una entrevista de trabajo con otros cincuenta candidatos y un pobre currículum bajo el brazo, “sé tú mismo”; que quieres ligar con alguien y tus amigos saben que ni eres guapo, ni gracioso, ni bailas bien, “sé tú mismo”; que te presentas para cantar en una audición a ciegas de ese concurso de la tele, lo último que vas a escuchar antes de salir al escenario es “sé tú mismo”… como si fueran unas palabras mágicas que nos garantizasen el éxito, cuando lo cierto es que resulta muy complicado ser uno mismo en todas las circunstancias y contextos.

En muchos casos, el propio paso de la vida nos hace asumir roles que se esperan de nosotros, construyendo un personaje y perdiendo poco a poco el contacto con la persona que realmente somos. En otros casos el proceso es el contrario, necesitando años de adecuada introspección y perseverancia para encontrarnos a nosotros mismos, desnudando con el tiempo nuestra auténtica esencia, por fin libre de artificios.

En el concierto de hoy van a poder escuchar tres obras de tres autores genuinos, o que, al menos, lo fueron cuando las compusieron –como ya decíamos, casi nadie es totalmente fiel a sí mismo a lo largo de toda su vida–. Pongamos, mejor, que vamos a escuchar tres composiciones genuinas, porque transmiten con honestidad y coherencia el auténtico ser de sus autores.

La primera de ellas se trata del Cantus articus de Einojuhani Rautavaara –no tengan miedo, se pronuncia prácticamente como se escribe–, también conocido como Concierto para pájaros por motivos que les explicaré en breve.

Rautavaara es, probablemente, el compositor finés más destacado, colorido y original después de Sibelius. Artista prolífico, su producción abarca un abanico de tendencias estilísticas excepcionalmente amplio. Desde el neoclasicismo de posguerra hasta un postmodernismo místico constructivista, pasando por escarceos con el dodecafonismo y el serialismo, una fructífera relación con el lenguaje modernista y una considerable producción autodenominada pluralista y neorromántica, su carácter determinado alejado de modas y restricciones academicistas le llevó durante toda su vida por un camino ecléctico en el que se perciben influencias de todo tipo de músicas y escuelas, desde el romántico Sibelius hasta la más rabiosa vanguardia neoyorquina.

Este hombre de creatividad inconstreñible recibió en 1972 el encargo de la Universidad de Oulu –una ciudad finlandesa a las puertas del Círculo Polar Ártico– de escribir una obra para su primera ceremonia de doctorado. La tradición dicta que fuera una cantata festiva, pero Rautavaara consideró que lo académico no era lo suficientemente atractivo y decidió que era el momento de realizar una obra de tipo experimental, respondiendo al encargo con el inusual y electroacústico Cantus articus. Inspirado por los paisajes polares de las marismas de Liminka, armado con una grabadora, el compositor registró los cantos de las aves autóctonas, mezclando después estas grabaciones en cinta magnética con el sonido de la orquesta, que genera la atmósfera sobre la que se despliegan los cantos de los pájaros.

Desde luego, no era ninguna novedad buscar la voz de las aves a través de diversos instrumentos y son famosas las ornitológicas transcripciones musicales de Messiaen o Britten, pero incluir el canto real previamente inmortalizado en una cinta magnetofónica, funcionando en su interacción con la orquesta en las mismas condiciones que cualquier instrumento solista en un concierto convencional, se puede considerar una genialidad.

El Concierto para pájaros consta de tres partes, cada una de las cuales presenta un conjunto diferente de aves. El primer movimiento, titulado Suo (Pantano), comienza con la melodía impresionista de dos flautas solistas a las que luego se unen las maderas y después una grabación de los pájaros de Liminka en primavera. Oboes y trompetas evocando una disonante llamada del cuco da paso a una melodía apacible y rica en las cuerdas para apagarse lentamente con el canto de los pájaros y el recuerdo de las flautas. El segundo, Melankolia, abre con la melodía de dos alondras cornudas de la orilla llamándose una y otra vez, en una grabación ralentizada para buscar un sonido grave y levemente distorsionado, como si de un pájaro fantasma se tratase. La brumosa textura de las cuerdas crea un espacio meditativo sobre el que flotan las alondras de la grabación. El tercer y último movimiento, Joutsenet muuttavat (Cisnes en migración) empieza con el alborotado sonido de un nutrido grupo de cisnes, mientras la orquesta imita el movimiento de sus alas, como una bandada volando juntos a ritmos ligeramente diferentes, en un largo crescendo que plasma su vuelo hacia el sol antes de desvanecerse en el horizonte. La cantidad de recursos expresivos y la armonía modal, tan apreciada por los compositores nórdicos, aportan una atmósfera de indudable magnetismo a una composición absolutamente genuina.

La segunda obra de la velada es ese concierto para piano de Clara Schumann con el que se ha querido dar título y relevancia a este abono. Pero esta pieza, para ser más precisos, debería citarse como el concierto para piano de Clara Wieck, puesto que, aunque ya conocía a Robert Schumann, solo tenía trece años cuando comenzó a componerlo y faltaban aún años para que siquiera llegaran a pensar en matrimonio –por supuesto, hay una historia muy romántica sobre cómo se conocieron ambos a una edad muy temprana, se enamoraron, se enfrentaron a la oposición del padre de ella, se casaron y todo eso, pero si queremos realmente dar el realce que se merece a la figura de la mujer compositora habrá que empezar a hacer bien las cosas y no perderse en telenovelas dejándose por el camino “detalles” como su nombre–.

Clara Wieck despuntó por sus dotes musicales desde la tierna niñez. Su padre vendía y reparaba pianos, compaginándolo con clases particulares del instrumento y, al descubrir el talento de su hija, le procuró una educación musical excelente y excepcionalmente completa –aunque bastante tiránica, seguramente en un egoísta intento de garantizarse en ella el propio futuro económico–. A los once años ya era una admirada concertista y pronto se convertiría en una de las grandes pianistas del siglo XIX. Era, además, una compositora cuyas obras fueron respetadas y publicadas desde el primer momento –incluso mientras estuvo casada con uno de los autores más notables de la época; de hecho, cuando se casaron en 1840, él era aún casi desconocido y ella una celebridad internacional–. Además de no abandonar nunca su propia carrera musical, Clara colaboró con Robert y, durante la enfermedad y posterior fallecimiento de éste, siguió adelante otros 40 años activa como madre de ocho hijos, abuela, concertista, compositora, maestra y compañera –entiendan el término como quieran– de Brahms. En definitiva, una mujer genuina que no necesitaba –ni necesita– el apellido Schumann para nada.

El concierto para piano de Clara Wieck es la obra de una jovencísima pianista de mente despierta y libre, plenamente consciente de las tendencias musicales más progresistas y de los gustos del público. Comenzó su composición a los trece años con lo que iba a ser una pieza independiente pero que se convertiría finalmente en el tercer movimiento. En lo que probablemente fue un tonteo adolescente, pidió a Robert que le ayudara con la orquestación, pero posteriormente le añadió los dos primeros movimientos –que orquestó ella misma, dejando patente que no necesitaba ayuda de nadie–. El concierto se completó, publicó y estrenó en la Gewandhaus de Leipzig bajo la batuta de Mendelssohn en 1836, cuando ella tenía 16 años.

El primer movimiento, Allegro maestoso, mantiene un diálogo entre piano y orquesta que por momentos recuerda a Liszt para, al instante siguiente, sugerir la influencia de Chopin e incluso Mendelssohn. De una riqueza romántica imponente, después de una breve repetición del tema principal del movimiento, el primer movimiento llega a un final inusualmente tranquilo que se desliza sin darnos cuenta en el segundo movimiento, Romanze. Lento, con aire de canción de cuna, curiosamente está compuesto para piano y violoncello, sin orquesta, entrelazados en sus melodías. Este movimiento termina con un redoble de timbales que señala el cambio hacia el movimiento final, el más extrovertido de los tres pero sin perder el tono severo. Diseñado como un rondó, sus episodios diferenciados le dan la apariencia de un conjunto de variaciones. Dotado de una gran energía, un virtuosismo desafiante y maduro, un gran equilibrio emocional, ricas y coloridas armonías, emocionantes texturas y timbres, solo traiciona la juventud de la compositora un alocado sentido de la forma. Joven y alocado, sí, pero auténtico.

Y si Clara Wieck mostraba la genuinidad de su juventud antes de ocultarla –aunque no demasiado– detrás de los convencionalismos impuestos por la vida, con la Sexta de Dvořák asistimos al proceso contrario: el de un hombre que, tras un largo recorrido personal, alcanza por fin la forma de mostrar su auténtico yo a través de la música. Si bien la Quinta aún delataba cierta falta de cohesión estilística, aquí Dvořák se muestra en plenitud, seguro de su enfoque y con un estilo compositivo impecable, cristalizado y distintivo que retrata al autor en su forma más característica, lo que convierte a esta sinfonía en la que es, probablemente, su primera obra maestra. Melodías líricas, riqueza temática, fogoso espíritu bohemio, ritmos vivos y enérgicos y dominio magistral de la orquestación distinguen a la que es su primera y más auténtica obra de madurez.

Se dice a menudo que la obra rinde homenaje a la música de Brahms, especialmente a la Segunda Sinfonía de Brahms –escrita tres años antes–, compuesta en la misma tonalidad de Re mayor con matices igualmente pastorales. Sin embargo, si bien Dvořák nos recuerda a Brahms en muchos momentos, también evoca imágenes beethovenianas sorprendentemente fuertes.

El primer movimiento está concebido en forma de sonata y es imaginativamente melódico. El segundo movimiento lento es un maravilloso nocturno profusamente romántico lleno de nostalgia melancólica en forma de rondó libre, cuyo tema principal es una cantilena amplia, lírica y cálida. El tercer movimiento, Scherzo-Furiant, una danza folclórica checa de embriagadores ritmos salvajes cuya parte central, de ritmo más lento, contrasta totalmente con el enérgico tema principal, es uno de los movimientos sinfónicos más originales del autor. El Finale, en clara alusión al último movimiento de la sinfonía de Brahms, completa la obra con aire alegre y expansivo con una espectacular y festiva coda.

No es fácil encontrarse con personas genuinas. La incoherencia entre lo que realmente somos y lo que aparentamos ser es una fuente de intensa ansiedad, conflictos e infelicidad. Muchas veces, ni siquiera somos conscientes de que nuestro malestar pueda estar relacionado con la despreocupación por la autenticidad. No les voy a decir aquello de “sé tú mismo” porque no es tan fácil de hacer pero, al menos, disfruten con los que sí fueron auténticamente genuinos.

Nora Franco


Gabriela Montero.

Piano

Las visionarias interpretaciones de Gabriela Montero y su extraordinario talento para la improvisación le han permitido ganarse devotos seguidores por todo el mundo. El crítico musical Anthony Tommasini ha destacado en el periódico The New York Times: “La ejecución de Montero lo tenía todo: un brío rítmico y chispeante, sutiles matices, intensa energía en los momentos climáticos, lirismo conmovedor, y lo mejor de todo, expresividad sin sentimentalismo”.

Ganadora del prestigioso Premio de Música Heidelberger Frühling en 2018 y del 4th International Beethoven Award de Bonn en 2019, entre sus compromisos más destacados para la Temporada 2019-20 estuvieron sus debuts con la Orquesta Sinfónica de San Francisco (Edward Gardner), con la New World Symphony Orchestra (Michael Tilson Thomas), con la Yomiuri Nippon Symphony en Tokio (Aziz Shokhakimov), con la Orquesta de Valencia (Pablo Heras-Casado), y con la Bournemouth Symphony Orchestra (Carlos Miguel Prieto), con la que además será Artista en Residencia en esta misma temporada 2019-2020.

Recientemente interpretó su propio Concierto "Latino" con la Orchestra of the Americas en la Elbphilharmonie de Hamburgo y en el Festival de Edimburgo, así como en el Carnegie Hall de Nueva York y el New World Center de Miami con la NYO2. También cabe destacar su reciente gira europea con la City of Birmingham Symphony Orchestra y la directora Mirga Gražinytė-Tyla; una segunda gira con el innovador conjunto escocés Scottish Ensemble, esta vez con la obra Babel, última composición de Gabriela Montero, como pieza central del programa; su tan esperado regreso a Varsovia para el Chopin in Europe Festival, a los 23 años de su premio en el Concurso Internacional de Piano Chopin; y las re-invitaciones para trabajar con Marin Alsop y la Orquesta Sinfónica de Baltimore, con Jaime Martin y la Orquestra de Cadaqués, con conciertos en Madrid y Barcelona, y con Alexander Shelley y la National Arts Centre Orchestra de Canadá.

Célebre por su excepcional musicalidad y su habilidad para improvisar, Gabriela Montero ha actuado con muchas de las principales orquestas del mundo, incluyendo las Orquestas Filarmónicas de Rotterdam, Royal Liverpool, Dresde, Oslo, Radio de Viena y Netherlands Radio; la Gewandhausorchester de Leipzig, la NDR Sinfonieorchester de Hamburgo, la NDR Radiophilharmonie de Hannover, la Zürcher Kammerorchester, la Academy of St. Martin in the Fields y la Australian Chamber Orchestra; las Orquestas Sinfónicas de Pittsburgh, Detroit, Houston, Atlanta, Toronto, Baltimore, Viena, City of Birmingham, Barcelona, Lucerna y Sydney; la Orquesta Nacional Belga, la Württembergisches Kammerorchester Heilbronn, la Stuttgart Chamber, la Orquesta de Cleveland, la Philharmonia, Scottish Ensemble, la orquesta de la Komische Oper Berlin, y Residentie Orkest, entre muchas otras.

Graduada y Miembro de la Royal Academy of Music de Londres, Gabriela ofrece con frecuencia recitales de piano en salas tan distinguidas como Wigmore Hall de Londres, Kennedy Center de Nueva York, Vienna Konzerthaus, Berlin Philharmonie, Frankfurt Alte Oper, Köln Philharmonie, Gewandhaus de Leipzig, Herkulessaal de Munich, Sydney Opera House, Concertgebouw de Ámsterdam, Philharmonie de Luxemburgo, Museo Gulbenkian de Lisboa, Orchard Hall de Tokio, Manchester Bridgewater Hall, Seoul LG Arts Center, Hong Kong City Hall, el National Concert Hall de Taipei y en los Festivales de Edimburgo, Salzburgo, Lucerna, Ravinia, Gstaad, Tanglewood, Saint-Denis, Aldeburgh, Cheltenham, Rheingau, Ruhr, Bremen, Trondheim, Bergen, Estambul, Lugano, SettembreMúsica de Milán y Turín, y “Sound Unbound” del Barbican Centre.

Gabriela ha sido también galardonada por sus grabaciones y es una de las artistas que más discos ha vendido. Su álbum más reciente, lanzado en otoño de 2019 con el sello Orchid Classics, presenta su propio Concierto "Latino" y el Concierto para piano en sol mayor de Ravel, grabado con la Orchestra of the Americas en Frutillar, Chile. Su anterior grabación con Orchid Classics ganó el premio Grammy® Latino al mejor álbum de música clásica. Incluía el Concierto para piano n.o 2 de Rachmaninov y su primera composición orquestal, Ex Patria. Otros álbumes incluyen Bach and Beyond, que ocupó el primer lugar en las listas clásicas de Billboard durante varios meses y obtuvo sus dos Premios Echo Klassik: el de “Instrumentalista de teclado” del año 2006 y el Premio 2007 a la “Música Clásica sin Fronteras”. En 2008, también recibió una nominación al Grammy® por su álbum Baroque, y en 2010 lanzó Solatino, una grabación inspirada en su tierra natal venezolana y dedicada a obras de compositores latinoamericanos.

Gabriela Montero hizo su debut oficial como compositora con Ex Patria, un poema sinfónico para piano y orquesta, y su respuesta emocional a la caída de Venezuela en la anarquía, la corrupción y la violencia. La obra tuvo su estreno mundial en octubre de 2011 con la Academy of St. Martin in the Fields. Su primera composición de gran formato, su Concierto para piano y orquesta no 1, “Latino”, fue estrenado en la Gewandhaus de Leipzig, con la MDR Sinfonieorchester dirigida por Kristjan Järvi, siendo posteriormente grabado y filmado con la Orchestra of the Americas para el canal ARTE.

Firme defensora de los Derechos Humanos, la voz de Gabriela está llegando cada vez más a esferas fuera de la música clásica. En 2015 fue nombrada Cónsul Honoraria por Amnistía Internacional, y también nominada por “su destacado trabajo en el campo de los derechos humanos” por la Human Rights Foundation, en reconocimiento a su continuo compromiso por la situación de los derechos humanos en Venezuela. Fue invitada a participar en el Festival “Women of the World” de 2013, celebrado en el Southbank Centre de Londres, y ha hablado y tocado dos veces en el Foro Económico Mundial de Davos-Klosters (Suiza). En 2012 se le concedió el Rockefeller Award por su contribución a las Artes y en 2008 fue invitada a tocar en la investidura presidencial de Barak Obama.

Nacida en Venezuela, Gabriela empezó a estudiar piano a los 4 años con Lyl Tiempo, debutando con orquesta en su Caracas natal a la edad de 8 años. Esto llevó al Gobierno a concederle una beca para que estudiara privadamente en EEEUU, y después en la Royal Academy of Music de Londres con Hamish Milne.


Shiyeon Sung.

Directora

La directora surcoreana Shiyeon Sung es una auténtica pionera en su profesión. Es la primera directora femenina de Corea del Sur en dar el salto al podio de orquestas de renombre internacional, incluidas la Royal Concertgebouw Orchestra, Orchestre Philharmonique de Radio France, Los Angeles Philharmonic, Konzerthaus Orchestra Berlin y las orquestas de Bamberg y Nuremberg.

Cuando fue nombrada directora asistente de la Boston Symphony Orchestra en 2007, su reputación como uno de los talentos emergentes más interesantes del circuito musical internacional ya estaba asegurada: poco antes, Shiyeon Sung había ganado el Concurso Internacional de dirección Sir Georg Solti y el Concurso de dirección Gustav Mahler en Bamberg. Durante su estancia de tres años en Boston, comenzó una estrecha colaboración con la Seoul Philharmonic Orchestra y dirigió su concierto de apertura de temporada en 2007. En 2009, la orquesta estableció un puesto de directora asociada especialmente para ella, que ocupó hasta 2013.

La lista de orquestas con las que Shiyeon Sung ha trabajado desde entonces es notable. Incluye orquestas europeas de renombre como la Rotterdam Philharmonic Orchestra, Orchestre Philharmonique de Radio France, Swedish Radio Symphony Orchestra, Philharmonia Orchestra, Konzerthaus Orchestra Berlin, y la Bamberg Symphony, además de la National Symphony Orchestra Washington, Sydney Symphony Orchestra, y Los Angeles Philharmonic, que dirigió en un espectacular concierto debut con Martha Argerich en el Festival Internacional de Música de Tongyeong. Además, ha participado como directora invitada en el Teatro Colón de Buenos Aires y la Ópera de Estocolmo.

Fue directora titular de la Gyeonggi Philharmonic Orchestra desde 2014 hasta finales de 2017, tiempo durante el cual llevó a la orquesta al éxito internacional. Después de una actuación en 2015 en la Philharmonie de Berlín, en 2017 Shiyeon Sung y su orquesta fueron la primera orquesta asiática en ser invitada para una aparición especial en el Musikfest de Berlín, renombrado festival internacional de orquestas. Su grabación de la Sinfonía n.º 5 de Mahler para Decca muestra el destacado trabajo de Shiyeon Sung  por el que recibió el Premio de Interpretación Musical 2017 de la Daewon Cultural Foundation. Después de dejar Gyeonggi, Shiyeon Sung se mudó a Berlín, donde ahora reside, pero sigue siendo una invitada popular en su país de origen y regresa regularmente a la Ópera Nacional de Corea y la Seoul Philharmonic Orchestra.

Su debut con la Orquesta Sinfónica de Amberes, Oviedo Filarmonía y la Orquesta Sinfónica de Barcelona fueron aspectos destacados de la temporada 2020/21, durante la cual también regresó a la Seattle Symphony y la Seoul Philharmonic Orchestra. En la temporada 21/22 debutará con la Royal Concertgebouw Orchestra, Bavarian Radio Symphony Orchestra, Atlanta Symphony, Utah Symphony, Orquesta Nacional de España, Haifa Symphony, Orquesta de Valencia, la Auckland Philharmonic Orchestra y el regreso a la Rheinische Philharmonie, la Philharmonic State Orchestra Mainz, la Orchestre national de Metz y la KBS Symphony Orchestra.

Nacida en Pusan, Corea del Sur, Shiyeon Sung ganó varios premios como pianista en concursos juveniles. De 2001 a 2006, estudió dirección orquestal con Rolf Reuter en la Hanns Eisler School of Music de Berlín y continuó su educación con estudios avanzados de dirección con Jorma Panula en el Royal College of Music de Estocolmo.

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