Conciertos

BOS 4

70 años John Adams Abono de Iniciación


Palacio Euskalduna .   19:30 h.

Erik Nielsen, director

Ludwig Van Beethoven (1770 – 1827): Egmont, Obertura Op. 84
J. Adams (1947): Absolute Jest

Cuarteto Quiroga, cuarteto de cuerda

Ludwig Van Beethoven (1770 – 1827): Sinfonía nº 7 en La Mayor Op. 92
I. Poco sostenuto – Vivace
II. Allegretto
III. Presto – Assai meno presto
IV. Allegro con brio

* Primera vez por la BOS

 

FECHAS

  • 16 de noviembre de 2017       Palacio Euskalduna       19:30 h. Comprar Entradas
  • 17 de noviembre de 2017       Palacio Euskalduna       19:30 h. Comprar Entradas

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Revisitando a Beethoven

En la época en que Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770-Viena, 1827) escribió las obras que escucharemos hoy tenía entre manos otros asuntos ilusionantes que recibieron gran parte de su prodigiosa energía. Por una parte, le había llegado una oferta de trabajo atractiva que incluía un empleo vitalicio bien remunerado y con pocas obligaciones. El puesto era de maestro de capilla en Kassel al servicio de Jerónimo Bonaparte, nombrado Rey de Westfalia por su hermano, Napoleón. Beethoven utilizó la oportunidad para conseguir en Viena -ciudad mucho más interesante para desarrollar la carrera que se había propuesto- unas condiciones similares. En cuanto a la vida afectiva -en la que los fracasos del compositor fueron siempre parejos a los éxitos en el ámbito profesional- Beethoven también tenía un proyecto: casarse con Therese Malfatti, sobrina de quien era entonces su médico, por lo que empezó a cuidar su aspecto personal y su guardarropa y pidió que le enviaran desde Bonn su partida de bautismo. La proposición de matrimonio fue rechazada y el compositor, una vez más, halló consuelo en su creatividad y en su enorme fortaleza interior y en esos mismos días concluyó Egmont, un encargo que le había llenado de alegría. La composición de la música incidental para esta tragedia de Goethe, basada en un personaje renacentista que lucha por liberar a los Países Bajos del dominio español y muere sin perder su valentía y su tesón, era muy del agrado de Beethoven por varias razones. Por un lado, el argumento conectaba perfectamente con su propia fuerza de voluntad y con las ideas románticas de libertad que tanto compartía, además, identificaba la acción con la ocupación de Viena por los franceses. Por otra parte, este encargo le ponía de nuevo en contacto con el teatro y, sobre todo, con su autor predilecto, por quien sentía auténtica veneración.

La obra se estrenó en Viena el 15 de junio de 1810 y expresa de manera insuperable en la caracterización del protagonista, uno de los valores a través de los cuales el Romanticismo pretendió construir una humanidad mejor: el heroísmo individual.

En un inexorable y apasionante recorrido sin posibilidad de retorno, Beethoven inicia la aventura en la gravedad de un Sostenuto con unos acordes violentos, tintados en modo menor y surgidos de la oscuridad de un espacio sonoro denso en su homofonía, que aclara levemente el resplandor de las maderas. Después, el Allegro y su evolución final al Allegro con brio nos transportan a un universo donde el entusiasmo personal y la audacia creadora se alían con el virtuosismo técnico de un compositor que, abandonando ya la treintena y habiéndose puesto el mundo musical por montera, está en la cumbre de su madurez compositiva y de su seguridad personal.

Y Beethoven no se ausenta del todo, sino que sigue con nosotros dejándose oír a través de la voz de John Adams (Worcester-Massachusetts, 1947) quien, como si tuviera una labor de patchwork entre manos, entreteje su propia composición partiendo de algunos motivos beethovenianos, cosiéndolos con el hilo de su lenguaje personal. El resultado es Absolute Jest, una obra llena de color que mantiene el tono característico del scherzo: fresco, festivo y vigoroso. Ya en el título, el compositor pretende jugar con un doble sentido de la palabra jest. Por un lado, el significado del vocablo inglés puede traducirse como broma o chanza y así conectar con el humor sublime y la alegría de celebrar la vida que se palpa en la obra beethoveniana, incluso en varias de sus composiciones más introspectivas como son los Cuartetos de cuerda Opus 131, Opus 135 y la Gran Fuga, algunos de cuyos fragmentos toma Adams para construir su propio discurso. Además, el compositor señala otra atribución para la palabra jest, tomándola en el sentido latino de gesta pues, en sus propias palabras, “el acto de componer esta obra ha sido la experiencia más grande de pura ‘invención’ que he tenido nunca. Su creación ha supuesto para mí una excitante lección de contrapunto, transformación temática y diseño formal. Me gusta pensar en una gesta como ejercicio del propio ingenio a través de la imaginación, los hechos y la invención”. La composición surgió del encargo de Michael Tilson Thomas, director de la Orquesta Sinfónica de San Francisco, para celebrar el centenario de la formación. Adams pensó en las técnicas del neoclasicismo seguidas por Stravinsky en su Pulcinella, pero recurrió a algunos motivos de los citados cuartetos de Beethoven que, según sus propias palabras, “amaba desde la adolescencia”. Además, pensó que sería atractivo llenar un vacío en el repertorio que, siempre según su opinión, no se justifica: la concertación, en el mismo escenario, entre una orquesta sinfónica y un cuarteto de cuerda. Absolute Jest fue estrenada el 15 de marzo de 2012 por quienes habían hecho el encargo y el cuarteto St. Lawrence.

Y la música vuelve genuina a su fuente. El milagro de Beethoven se hace evidente de nuevo en la prodigiosa y rara capacidad para integrar en un todo coherente, preciso e impecablemente organizado la pulsión incontenible de su originalidad y el borboteo incesante de sus ideas musicales. El movimiento romántico enfatizó la índole trágica de la vida de Beethoven, sin embargo él fue hijo de la época ilustrada que lo vio nacer y mantuvo siempre una ferviente fe en la humanidad. La Séptima Sinfonía en La mayor Op 92 supone, a partes iguales, un regalo para los oídos y una fiesta para el corazón. El dominio de las fuerzas de su pasión y de su musa se plasma en un discurso feliz y poderoso que abriendo de par en par las puertas a nuevos recursos compositivos, los ofrece ya conquistados. En esta obra Beethoven habla un lenguaje suficientemente explosivo como para allanar el camino a la creación romántica, siendo el aspecto más llamativo de su carácter el empeño que puso en la elaboración de su música, claramente expresado en los portentosos crescendi que tanta energía liberan, en la ampliación de la forma y en la innovación en el tratamiento del tejido orquestal que, con él, se robustece al adquirir los instrumentos de viento mayor importancia y anular su subordinación a la cuerda y al requerirse de todos los integrantes del conjunto una auténtica pericia. La sinfonía fue estrenada por el compositor el 8 de diciembre de 1813, en un concierto organizado en la Universidad de Viena a beneficio de los soldados heridos en la batalla de Hanau. Da comienzo con un Poco sostenuto – Vivace que, tras un canto plácido y algo agreste -en sintonía con su amor y agradecimiento a la madre Naturaleza- se desarrolla desplegando un exuberante entramado rítmico que florece por doquier bajo aspectos, intenciones y luces diferentes, pero vertebrando el movimiento con una energía vital que no desfallece. El Allegretto que sigue ha cautivado al público desde su estreno y su fascinación se debe en gran medida a la progresión constante, al atractivo juego armónico y a la milagrosa convivencia de variación y permanencia a que es sometido un motivo sencillo que subyuga. En el Presto, una métrica poderosa reconquista el primer plano, cediéndolo en dos ocasiones a una idea más sosegada en un encantador scherzo. El Allegro con brio final irradia, en palabras de Édouard Schuré, “una fuerza audaz y una fiera belleza” que, aun cuando concluye, deja vibrando el aire que nos rodea.

Pocos meses después de concluir la Séptima, Beethoven viajó al balneario de Teplice en la actual República Checa. Esta ciudad se mantenía neutral en medio del caos generado por los distintos imperios europeos (Napoleón había invadido ya Rusia) y, por ello y por la excelencia de sus aguas termales, era punto de encuentro de varias figuras del imperio austrohúngaro y también de otros aristócratas y muchos artistas. Allí Beethoven pudo cumplir un sueño y, desde luego, no era éste alternar con la nobleza, sino conocer en persona al mismísimo Goethe, poeta a quien siempre admiró y leyó con ardor, aunque nunca entendió ni compartió sus concesiones a la etiqueta social: ”Goethe se siente excesivamente complacido dentro del ambiente cortesano, muchísimo más de lo que corresponde a un poeta”. Éste, veintiún años mayor que Beethoven, pertenecía ya a otra época por lo que, aun siendo profundo melómano, no era partidario de los excesos, ni en el comportamiento, ni en el arte del sonido: “Su talento me dejó asombrado; desgraciadamente se trata de una personalidad completamente indomada (…) Por otro lado resulta fácil excusarlo y mucho es lo que hay que compadecerse de él dado que se está quedando sordo, lo que acaso arruine menos la parte musical de su carácter que la parte social”. Pero prefiero para el final de estas notas los versos que otro poeta, Gerardo Diego, escribió con motivo del primer centenario de la muerte de Beethoven:

 

Esa luz sobre el mundo, esa alegría

que del dolor brotó, firme e ilesa,

y ese tullido éxtasis, y esa

giratoria guirnalda noche y día,

y esa música, en fin, ¿es que reía

Julieta así, miraba así Teresa?…

Disfruten.

Mercedes Albaina

CUARTETO QUIROGA

Descrito como “Exquisito” por el New York Times y “de sonido hermoso y técnica impecable” por The Strad, el Cuarteto Quiroga, cuyo nombre rinde tributo a la figura del gran violinista gallego Manuel Quiroga, es cuarteto residente en la Fundacion Museo Cerralbo y, desde 2014, responsable de la Coleccion Palatina de Stradivarius del Palacio Real de Madrid. Considerado una de las agrupaciones mas destacadas de la nueva generación europea, es internacionalmente reconocido por crítica y publico por sus interpretaciones audaces y renovadoras.

Galardonado en los concursos internacionales para cuarteto de cuerda más prestigiosos (Burdeos, Paolo Borciani, Ginebra, Pekín, París, etc.), premio Ojo Critico de RNE y Medalla de Oro del Palau de Barcelona, el Cuarteto Quiroga es habitual de los escenarios mas importantes del mundo, desde Berlin a Nueva York, pasando por Amsterdam, Paris, Londres, Estocolmo, Roma, Praga, Lisboa, Bogotá, Buenos Aires, Los Angeles, Washington DC, etc.

Entre sus colaboradores habituales se cuentan músicos de la talla de Martha Argerich, Veronika Hagen, Valentin Erben o Javier Perianes, con quien mantienen una estrecha y fructífera relación musical.

Su creciente discografía para los sellos Cobra y Harmonia Mundi ha sido aplaudida y premiada por la critica nacional e internacional y sus conciertos son grabados y retransmitidos por las emisoras de radio mas importantes de Europa y América.

Fuertemente implicados con la docencia de la música de cámara, son profesores en el Conservatorio Superior de Musica de Aragón e invitados a impartir cursillos en universidades y conservatorios de España y el extranjero.

ERIK NIELSEN, director

Erik Nielsen es el Director Titular de la Bilbao Orkestra Sinfonikoa desde septiembre de 2015.

Desde la temporada 2016-17, ocupa también el cargo de Director Musical del Teatro de Basilea.

Erik Nielsen, estudió dirección en el Instituto Curtis de Música de Filadelfia, y se graduó con doble especialización en oboe y arpa en la Juilliard School de Nueva York.

Fue miembro de la Academia de la Orquesta Filarmónica de Berlín, en la que tocó el arpa.

En septiembre de 2009, obtuvo el premio de dirección y la beca que concede la Fundación Solti en los Estados Unidos.

Ha interpretado un amplio repertorio operístico , con entidades como la Ópera de Fráncfort, la English National Opera , la Boston Lyric Opera, Metropolitan Opera de Nueva York, la Ópera de Roma, la Semper Oper de Dresde, el Festival de Ópera Hedeland , la Deerik nielsenutsche Oper Berlín, el Teatro Nacional de Sao Carlos , el Teatro de la Ópera de Malmo, el Teatro de la Ópera de Zúrich, el Festival Bregenz, el Teatro de los Campos Elíseos en París, ABAO, la Ópera Nacional de Hungría, y la Ópera Nacional de Gales.

En el campo orquestal, ha dirigido a la New World Symphony, Orquesta de Cámara de Ginebra, las orquestas sinfónicas de la radio de Fráncfort y Stuttgart, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, la Orquesta Sinfónica Portuguesa de Lisboa, la Filarmónica de Estrasburgo, la Filarmónica de Luxemburgo, la Filarmónica de Westfalia del Sur, el Ensemble Modern, y la Northern Sinfonia del Reino Unido, entre otras.

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