Conciertos

Chopin y La sirenita


Palacio Euskalduna.   19:30 h.

JoAnn Falletta, directora.
Garrick Ohlsson, piano.


I

FRÉDÉRIC CHOPIN (1810 – 1849)

Concierto nº 1 para piano y orquesta en mi menor Op. 11

I. Allegro maestoso
II. Romanze (Larghetto)
III. Rondo (Vivace)

Garrick Ohlsson, piano.

II

ALEXANDER VON ZEMLINSKY (1872 – 1942)

La Sirenita*

I. Sehr mässig bewegt
II.Sehr bewegt, reuschend
III. Sehr gedehnt, mit schmerzvollem Ausdruck

FECHAS

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ÉRASE UNA VEZ…

Los niños y niñas de hoy en día –al menos los que han nacido en cierto nivel económico y cultural– tienen la suerte de crecer rodeados de libros infantiles. Los hay adaptados a cada edad, incluso la más tierna, la que ni siquiera se cuenta por años. Los colores, los materiales, la forma… hasta el más mínimo detalle está pensado para la comodidad y seguridad de los más pequeños: materiales que se puedan morder, aplastar o lanzar contra el suelo, que soporten con igual dignidad una hora en la bañera, una tarde en la arena del parque o un vómito inesperado, colores que respeten el desarrollo visual del niño al tiempo que lo estimulen –y que, por supuesto, sean respetuosos con el medio ambiente… y comestibles–, formas que se adapten a manitas regordetas con deditos torpes y texturas que inviten a investigar el sentido del tacto… Los hay de cartón gordo, de tela, de plástico acolchadito, de los que hacen sonidos al apretar los botones, de los que tienen unos dibujos preciosos y de los que tienen dibujos –ejem– más creativos, de los que enseñan los colores, de los que enseñan a contar, de los que explican las emociones y de los que hasta tienen letras, los hay de coches, de dinosaurios, de animales y de profesiones…  Los libros infantiles lo tienen todo salvo, tal vez, cuentos.

Y es que, aunque todos hemos crecido entre cuentos de hadas, estos se han ido adaptando y cambiando según los intereses de cada época. Caperucita parece no tener mucho sentido en un tiempo en el que ya ni siquiera está Félix Rodríguez de la Fuente para enseñar a nuestros infantes que un lobo es mucho más que un perro grande, y las princesas que no saben hacer nada más que suspirar mientras esperan que un príncipe les solucione la vida ya no son ejemplo para nadie. Pero, a pesar de que ya ni las princesas Disney son lo que eran, hay algo que se resiste a desaparecer: los cuentos de amor. O, mejor dicho, los amores de cuento. Los hemos apartado casi a empujones porque no es eso lo que queremos que aprendan nuestros niños –y, menos aún, nuestras niñas– pero, hipócritamente, los hemos trasladado a las películas románticas y a las telenovelas que, por mucho que las critiquemos, son las reinas de algunas cadenas por los suspiros que provocan ciertas historias de amor. Pero es que ese amor arrebatado capaz de lo más sublime y lo más infame es un sentimiento tan universal, es un anhelo tan humano, que es difícil escapar de su irresistible atracción.

Esta noche vamos a escuchar dos obras nacidas de esos amores de cuento o, más bien, de esos desamores de cuento, porque los cuentos de hadas –los de verdad, no las versiones deslavadas y azucaradas que han llegado hasta nuestros días– no escondían la parte dura, desagradable e incluso cruel de la historia, de modo que el desamor, el dolor y el despecho formaban parte del amor de cuento, igual que la luz tiene sus sombras.

Una vez leí en algún sitio que el tiempo y Chopin son los únicos remedios conocidos para las heridas del primer amor. Frédéric Chopin fue, en muchos sentidos, el arquetipo absoluto del romántico del siglo XIX que pasa de la exultante dicha a la infelicidad más desoladora y, mientras disfrutamos de su Concierto para piano en mi menor, deberíamos imaginárnoslo como un joven de 20 años profundamente encandilado de su primer amor, Konstancja Gładkowska, una joven soprano con la que coincidió brevemente en el conservatorio de Varsovia, pero que provocó en él apasionados sentimientos, tanto como para inspirar los dos conciertos para piano del joven músico: «Ya tengo, quizás por desgracia, mi ideal, a quien sirvo fielmente, sin haberle hablado desde hace ya medio año, pero con quien sueño, y en recuerdo de quien se creó el Adagio de mi Concerto». Y en este dramático amor de cuento, antes de que Chopin marchara hacia París en un exilio autoimpuesto, Gładkowska escribía lo siguiente en el diario de Chopin para despedirse de él: «Aunque otros puedan evaluarte y recompensarte mejor, ciertamente no podrán amarte con más fuerza que nosotros». Así que no se extrañen de que este Concierto n.1 se considere uno de los mejores conciertos para piano de todos los tiempos, ya que Chopin no tenía rival en su habilidad para hacer que el piano cantara los sentimientos más inexpresables del corazón.

Sin embargo, a diferencia del romántico típico, Chopin prácticamente ignoró a la orquesta. Con intención de “venderlo” mejor, el joven polaco escribió varios acompañamientos de pequeño formato, pero la orquestación no era una de sus tareas favoritas. Los materiales musicales sinfónicos carecen de complejidad y estructura formal, por lo que pueden sonar superficiales y poco inspirados, pero esta simplicidad hace que la voz del piano destaque con su brillante técnica, su hermosa escritura y sea aún más emocionante.

El concierto comienza con una larga introducción orquestal que, aunque majestuosa, crea un intenso suspense antes de que el piano toque una sola nota. Pero, cuando por fin llega el momento, todo el material temático previamente expuesto por la orquesta queda apagado y desdibujado en comparación con la indescriptible fuerza, dulzura y calidez que desborda el teclado. Todo este primer movimiento se debate entre dos temas hasta que una inesperada modulación crea un contraste sorprendente que termina repentinamente.

El segundo movimiento, marcado como Romanze, nos devuelve a un estado de contemplación lírica, como un ensueño. «El Adagio del nuevo concierto no está destinado a crear un efecto poderoso; es más bien un romance, tranquilo y melancólico; dando la impresión de que alguien mira con delicadeza hacia un lugar que evoca mil recuerdos felices. Descansa en un paisaje amado que evoca hermosos recuerdos en el alma, por ejemplo, una especie de ensoñación a la luz de la luna en una hermosa tarde de primavera». Las palabras del propio Chopin dibujan la atmósfera de este movimiento, que se desliza entre delicados acompañamientos de cuerda.

El final del concierto toma la forma de una de las queridas danzas polacas de Chopin, en este caso un Krakowiak, un 2/4 lleno de entusiasmo, vigor y energía juvenil, interpretado en rápidos ritmos punteados de gran virtuosismo. Sus síncopas complejas y cambios de tempo cobran impulso en la sección final del concierto, con espectaculares –y casi atléticas– demostraciones que hacen que el concierto termine en un gran éxtasis final –como bien merece este amor de cuento–.

Y si una caída de ojos, media sonrisa y un par de líneas un tanto ambiguas en un cuaderno le dieron a Chopin para dos conciertos, imaginen lo que le cundió a Zemlinsky el abierto rechazo de Alma Schindler –sí, es la misma Alma que la de Mahler–.

Zemlinsky era un buen músico, con un par de óperas exitosas y numerosos alumnos –algunos de ellos brillantes, como Schönberg o Korngold–, pero tropezó con Alma. Se conocieron en una cena en febrero de 1900 y Alexander quedó inmediatamente cautivado por su glamour, carisma y brillantez. Sin embargo, la primera impresión de él fue un poco menos cautivadora: Alma lo describió como «sin mentón, pequeño, de ojos saltones…, en definitiva, terriblemente feo». A pesar de todo, esta desafortunada primera impresión no fue obstáculo para acudir a sus clases e, incluso, provocar cierto coqueteo. Tristemente, después de cortejarla durante casi dos años, Zemlinsky fue pública y tajantemente rechazado por Alma, que había decidido casarse con Gustav Mahler.

La Sirenita (Die Seejungfrau) fue el primero de una serie de intentos musicales para luchar contra los demonios del fracaso como parte de un proceso psicológico destinado a exorcizar el trauma del rechazo. El parecido del cuento de Andersen con su propia historia personal –el compositor se veía a sí mismo como la Sirena y a Alma como el Príncipe– lo convirtió en el argumento perfecto para transformar su dolor en música.

Poco tienen que ver la pelirroja Ariel y su inseparable cangrejo Sebastián con la historia de Andersen. Les animo enérgicamente a que lean el cuento original, que no les va a llevar más de unos pocos minutos, pero, por si andan perezosos o si la memoria les falla, les diré que la sirenita del cuento, en su primera visita a la superficie, salva a un apuesto príncipe de morir ahogado en una tormenta, y lo devuelve inconsciente a la orilla, enamorándose de él en el proceso. Dispuesta a dejarlo todo por su amor, la joven sirena acude a una Bruja, quien accede a convertirla en humana a cambio de su hermosa voz –cortándole la lengua–. Pero el trato es peligroso ya que, si no consigue ganarse el amor del príncipe, morirá, se transformará en espuma de mar y perderá su alma inmortal. Cuando el príncipe se casa con otra, viendo inminente el desgraciado fin de la sirenita, sus hermanas acuden a la Bruja en busca de una solución. Ésta, a cambio del cabello de todas ellas, les dice que, si la sirenita mata al príncipe y mancha sus pies con su sangre derramada, se salvará, pero la pequeña es incapaz de apuñalar al amor de su vida y, desconsolada, se zambulle en el mar, esperando convertirse en espuma. Sin embargo, en lugar de morir, se transforma en una Hija del Aire y se le da otra oportunidad de recuperar su alma inmortal.

El primer movimiento comienza con la misma descripción que el cuento de Andersen, colorida, exuberante y vívida, como si de un cuadro impresionista se tratase: «En alta mar el agua es azul como los pétalos de la más hermosa centaura, y clara como el cristal más puro; pero es tan profunda que sería inútil echar el ancla, pues jamás podría ésta alcanzar el fondo. Habría que poner muchos campanarios, uno encima de otro, para que, desde las honduras, llegasen a la superficie. Pero no creáis que el fondo sea todo de arena blanca y helada; en él crecen también árboles y plantas maravillosas, de tallo y hojas tan flexibles que, al menor movimiento del agua, se mueven y se agitan como dotadas de vida. Toda clase de peces, grandes y pequeños, se deslizan por entre las ramas, exactamente como hacen las aves en el aire. Y en el punto de mayor profundidad, se alza el palacio del rey del mar». Tras esta exposición, la turbulenta tormenta que lanza al Príncipe por la borda gira en agitados pasajes que, justo antes de llegar al clímax, se despejan en el lirismo agridulce del tema de la Sirena.

El segundo movimiento vuelve a la descripción, esta vez centrándose en el palacio del rey del mar: «Las paredes son de coral, y las largas ventanas puntiagudas del ámbar más transparente. El tejado está hecho de conchas, que se abren y cierran según la corriente de agua. Cada una de estas conchas encierra perlas brillantísimas, la menor de las cuales honraría la corona de una reina. […] Frente al palacio había un gran jardín, con árboles de color rojo fuego y azul oscuro; sus frutos brillaban como oro y las flores parecían llamas, por el constante movimiento de los peciolos y las hojas. El suelo lo formaba arena finísima, azul como la llama del azufre. De arriba descendía un maravilloso resplandor azul; más que estar en el fondo del mar, se tenía la impresión de estar en las capas altas de la atmósfera, con el cielo por encima y por debajo, […] una de esas espléndidas vistas que nunca podremos ver en la tierra». De nuevo, tras la exposición de brillante orquestación, Zemlinsky relata musicalmente la escena de la Sirena escabulléndose a la gruta de la Bruja, con temas misteriosos y amenazantes. Como en el primer movimiento, cierra la sección con un tema lírico, de gran nobleza, en el que el compositor austriaco reflejó el alma inmortal.

El movimiento final comienza con la joven sirena dando sus primeros pasos sobre la arena de la playa pero, al descubrir al Príncipe con su prometida, la música expresa todo su dolor, creciendo y expandiéndose hasta que, gradualmente, transforma ese dolor en una promesa de inmortalidad.

Los amores del Romanticismo, como ven, tienen mucho de amores de cuento. O tal vez solo son amores que tienen mucho cuento, no lo sé. Lo que sí sé es que merece la pena volver a ser niño, pero de los de antes, de los de los cuentos de papel con más letra que dibujos, y dejarse llevar por la historia, sin tanto prejuicio y corrección, y, al menos por una vez, disfrutar libremente antes de que alguien diga aquello de “colorín, colorado…”.

Nora Franco


Garrick Ohlsson.

Piano

Desde su triunfo en el Concurso Internacional de Piano Chopin de 1970, el pianista Garrick Ohlsson es reconocido en todo el mundo como un músico de magistral destreza interpretativa y técnica. Considerado desde hace tiempo como uno de los principales referentes mundiales de la música de Frédéric Chopin, el Sr. Ohlsson domina un enorme repertorio que abarca toda la literatura pianística. Alumno del difunto Claudio Arrau, Ohlsson es conocido por sus magistrales interpretaciones de las obras de Mozart, Beethoven y Schubert, así como del repertorio romántico. Hasta la fecha tiene en surepertorio más de 80 conciertos, que van desde Haydn y Mozart hasta obras del siglo XXI, muchas de ellas compuestas para él. En la temporada 2018/19 inició un ambicioso proyecto repartido en varias temporadas que explora la obra completa para piano solo de Brahms en cuatro programas que se escucharán en Nueva York, San Francisco, Montreal, Los Ángeles, Londres y varias ciudades de Norteamérica.

Invitado habitual de las orquestas de Australia, el Sr. Ohlsson ha visitado recientemente Perth, Brisbane, Melbourne, Sydney, Adelaida y Hobart, así como la New Zealand Symphony en Wellington y Auckland. En febrero de 2020 realizó una gira de recitales por siete ciudades de Australia justo antes del cierre de las salas de concierto por la pandemia del Covid-19. Desde entonces y como miembro de la facultad del Conservatorio de Música de San Francisco ha podido contribuir a mantener viva la música para un gran número de organizaciones con recitales en directo o grabados, incluyendo un programa a dúo con Kirill Gerstein con el que ha realizado una gira por Estados Unidos en invierno de 2022. Con la reapertura de la actividad concertística en EE.UU. en el verano de 2021 actuó con las orquestas de Indianápolis y Cleveland, en recital en San Francisco, Festival de Brevard y 4 recitales de Brahms en el Festival Ravinia de Chicago. La temporada 21/22 comenzó con la orquesta KBS, Seúl, seguida por las sinfónicas de Atlanta, Dallas, Seattle, BBC Glasgow y las orquestas europeas de Praga, Hamburgo, Lyon y San Petersburgo. En recital, se le ha podido escuchar en Los Ángeles, Houston, Kansas City, así como en Polonia, Alemania e Inglaterra.

Como gran músico de cámara, Ohlsson ha colaborado con los cuartetos de cuerda Cleveland, Emerson, Tokio y Takacs, y más recientemente con Boston Chamber Players en gira por Europa. Junto con la violinista Jorja Fleezanis y el violonchelista Michael Grebanier, es miembro fundador del trío FOG, con sede en San Francisco. Apasionado del canto y los cantantes, Ohlsson ha actuado en recital con artistas legendarios como Magda Olivero, Jessye Norman y Ewa Podleś.

El Sr. Ohlsson ha grabado para los sellos Arabesque, RCA Victor Red Seal, Angel, BMG, Delos, Hänssler, Nonesuch, Telarc, Hyperion y Virgin Classics. Su set de diez discos de la integral de las Sonatas de Beethoven, para Bridge Records, ha cosechado elogios de la crítica, incluido un GRAMMY® por el Vol. 3. Su grabación del Concierto n.º 3 de Rachmaninoff, con la Sinfónica de Atlanta y Robert Spano, se lanzó en 2011. En otoño de 2008, el sello inglés Hyperion reeditó su conjunto de 16 discos con las Obras Completas de Chopin, seguido en 2010 por todas las Variaciones para piano de Brahms, "Goyescas" de Enrique Granados y música de Charles Tomlinson Griffes. Más recientemente, en ese sello, se han publicado los Poèmes completos de Scriabin, las Danzas checas de Smetana y los Ètudes de Debussy, Bartok y Prokofiev. Los últimos CD para Bridge Records son las Sonatas completas de Scriabin, "Close Connections", un recital de piezas del siglo XX, y dos CD con obras de Liszt. Con motivo del bicentenario de Chopin en 2010, Ohlsson participó en el documental "El arte de Chopin", coproducido por las televisiones polaca, francesa, británica y china. Más recientemente, tanto los conciertos de Brahms como el segundo concierto para piano de Tchaikovsky se publicaron en grabaciones de actuaciones en directo con las Sinfónicas de Melbourne y Sydney en sus propios sellos discográficos, y el Sr. Ohlsson interpretó el concierto para piano de Dvorak en las grabaciones de la Filarmónica Checa de las sinfonías y conciertos completos del compositor, publicadas en julio de 2014 para el sello Decca.

Natural de White Plains, Nueva York, Garrick Ohlsson comenzó sus estudios de piano a los 8 años, en el Conservatorio de Música de Westchester; a los 13 ingresó en la Juilliard School de Nueva York. Su desarrollo musical se ha visto influido de formas completamente distintas por una sucesión de distinguidos profesores, entre los que destacan Claudio Arrau, Olga Barabini, Tom Lishman, Sascha Gorodnitzki, Rosina Lhévinne e Irma Wolpe. Aunque ganó el Primer Premio en el Concurso Busoni de 1966 en Italia y en el Concurso de Piano de Montreal de 1968, fue su triunfo en 1970 en el Concurso Internacional Chopin de Varsovia, donde ganó la Medalla de Oro (y sigue siendo el único estadounidense que lo ha conseguido), lo que le valió el reconocimiento mundial como uno de los mejores pianistas de su generación. Desde entonces ha realizado casi una docena de giras por Polonia, donde mantiene una inmensa popularidad. El Sr. Ohlsson fue galardonado con el Avery Fisher Prize en 1994 y recibió en 1998 el University Musical Society Distinguished Artist Award de Ann Arbor, MI. En 2014 recibió el Jean Gimbel Lane Prize en Interpretación de Piano de la Northwestern University Bienen School of Music, y en agosto de 2018 el Viceministro de Cultura polaco le concedió la Medalla de Oro Gloria Artis al mérito cultural. Es Artista Steinway y tiene su residencia en San Francisco.


JoAnn Falletta.

Directora

JoAnn Falletta, ganadora de un Grammy, es Directora Musical de la Buffalo Philharmonic Orchestra, Directora Musical Laureada de la Virginia Symphony Orchestra, Principal Directora Invitada del Brevard Music Center y Asesora Artística de la Hawaii Symphony Orchestra. Aclamada por tener "el férreo control de Toscanini sobre el conjunto, el afectuoso equilibrio de las voces interiores de Walter, el aguerrido sentido del espectáculo de Stokowski y un frenesí controlado digno de Bernstein", es una líder de la música de nuestro tiempo. La Sra. Falletta ha dirigido como invitada más de cien orquestas en Norteamérica y muchas de las más destacadas de Europa, Asia, Sudamérica y África.

Con su nombramiento como Directora Musical de la Buffalo Philharmonic, Falletta se convirtió en la primera mujer al frente de una de las principales agrupaciones estadounidense. Al celebrar esta temporada su vigésimo aniversario con la Buffalo Philharmonic, se le honra por haber llevado a la Filarmónica a un nivel de prominencia nacional e internacional sin precedentes. La orquesta se ha convertido en una de las principales orquestas para la discográfica Naxos y se ha presentado en dos ocasiones  en el Carnegie Hall, primero en 2004 después de veinte años de ausencia, y de nuevo en 2013, como parte del Spring for Music Festival. En 2018, la BPO realizó su primera gira internacional en tres décadas para actuar en el prestigioso Beethoven Easter Festival de Varsovia, donde Falletta hizo historia como la primera mujer directora estadounidense en dirigir a una orquesta en el Festival. Ella y la BPO han sido galardonadas con numerosos premios ASCAP, incluido el máximo galardón a la Adventurous Programming. Otros logros incluyen la creación del sello Beau Fleuve de la orquesta, la fundación del Concurso Internacional de Conciertos para Guitarra JoAnn Falletta en colaboración con WNED, cuatro exitosas giras a Florida y la retransmisión nacional e internacional de conciertos en Performance Today de NPR, SymphonyCast y la Unión Europea de Radiodifusión.

JoAnn Falletta ha concluido recientemente un largo y exitoso mandato como Directora Musical de la Virginia Symphony Orchestra.  Desde su nombramiento en 1991, la VSO ha alcanzado grandes cotas artísticas, con estrenos mundiales de compositores como Kenneth Fuchs, Behzad Ranjbaran, Michael Daugherty y Lowell Liebermann, joyas olvidadas del repertorio clásico, así como clásicos, pop y conciertos familiares en Norfolk, Virginia Beach, Newport News y Williamsburg. Bajo su dirección, la orquesta ha debutado en el Kennedy Center y el Carnegie Hall con gran éxito de crítica, ha sido galardonada con un premio ASCAP a la Adventurous Programming y ha publicado dieciocho grabaciones, incluyendo discos en el internacionalmente aclamado sello Naxos, Albany Records, NPR y el propio sello de la orquesta, Hampton Roads. Los ciudadanos de Virginia la han honrado con una estrella en el Legends of Music Walk of Fame de Norfolk, el Virginia Women in History Award, el premio "Downtowner of the Year" de Norfolk y el premio "50 for 50 Arts Inspiration Award" de la Commission for the Arts de Virginia.

Con una discografía de más de 115 títulos, JoAnn es una de las principales artistas discográficas de Naxos. En 2019, JoAnn ganó su primer premio Grammy individual como directora de la London Symphony en la categoría de Best Classical Compendium for Spiritualist, su quinta grabación estreno mundial de música de Kenneth Fuchs. Su grabación para Naxos de Mr. Tambourine Man: Siete poemas de Bob Dylan, de John Corigliano, recibió dos Grammy en 2008. Esta temporada, ella y la BPO publican tres nuevas grabaciones para Naxos, incluyendo el estreno mundial de la Passion of Yeshua de Danielpour, Salomé de Florent Schmitt y Poema del Éxtasis de Scriabin, así como dos grabaciones en el sello Beau Fleuve de la BPO, BPO LIVE: Romeo y Julieta de Prokofiev y Concierto para piano nº 2 de Brahms con el pianista Fabio Bidini, y Forgotten Treasures con cinco obras orquestales raramente interpretadas. Otras obras recientes de Falletta para Naxos incluyen la Trilogía romana de Respighi, la Música del Anillo de Wagner y el Concierto para orquesta de Kodaly, ambas con la BPO; y El cumpleaños de la Infanta de Franz Schreker con la Orquesta Sinfónica de la Radio de Berlín. El año pasado, la BPO también publicó Built for Buffalo 2, con tres estrenos mundiales, y Treasures of Poland, y la VSO publicó una grabación estreno mundial de Night Owl, de Michael Daugherty.

Falletta es miembro de la prestigiosa American Academy of Arts and Sciences, ha sido por nombramiento presidencial miembro del National Council on the Arts durante los mandatos de Bush y Obama, y ha recibido muchos de los más prestigiosos premios de dirección de orquesta. Ha presentado más de 500 obras de compositores estadounidenses, incluidos más de 100 estrenos mundiales. En marzo de 2019, JoAnn fue nombrada Classical Woman of The Year por Performance Today. El premio, que se otorgó por primera vez, honra a las mujeres que han tenido un impacto duradero en la música clásica. En junio de 2018, Classic FM incluyó a JoAnn entre las 10 mejores directoras de orquesta del mundo citando su "extraordinaria musicalidad."

La Sra. Falletta ha sido Directora Principal de la Ulster Orchestra, Directora Principal Invitada de la Phoenix Symphony, Directora Musical de la Long Beach Symphony Orchestra, Directora Asociada de la Milwaukee Symphony Orchestra y Directora Musical de la Denver Chamber Orchestra y de The Women’s Philharmonic.

Se licenció en la Mannes School of Music y obtuvo un máster y un doctorado en la Juilliard School. Cuando no está en el podio, JoAnn disfruta escribiendo, montando en bicicleta, haciendo yoga y es una ávida lectora.

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II. Adagio
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