Conciertos
Los clásicos son jóvenes
BOSbaroque
Lorenza Borrani, directora
Julia Hagen, violonchelo
I
WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756 – 1791)
El rapto en el Serrallo, Obertura K. 384
FRANZ JOSEPH HAYDN (1732 – 1809)
Concierto para violonchelo y orquesta en Do Mayor Hob. VIIb:1
I. Moderato
II. Adagio
III. Finale: Allegro molto
Julia Hagen, violonchelo
II
CAROLINE SHAW (1982)
Entr’acte*
FRANZ JOSEPH HAYDN (1732 – 1809)
Sinfonía nº 60 en Do Mayor Hob. I:60 «Il distratto”*
I. Adagio – Allegro di molto
II. Andante
III. Menuet
IV. Presto
V. Adagio
VI. Finale: Prestissimo
FECHAS
- 10 de octubre de 2024 Palacio Euskalduna 19:30 h. Comprar Entradas
- 11 de octubre de 2024 Palacio Euskalduna 19:30 h. Comprar Entradas
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Genialidades por encargo
Genialidades por encargo
“Viena, 1 de Agosto, 1781.
¡Mon Très Cher Père!
[…] Pues bien, anteayer Stephanie le fils me dio un libreto sobre el que componer. Debo confesar que, por muy mal que pueda tratar a otras personas –sobre lo que no tengo constancia– es un excelente amigo conmigo. El libreto es bastante bueno. El tema es turco y el título es: Belmonte und Konstanze, o Die Verfiikrung aus dem Serail. Tengo la intención de escribir la obertura, el coro del primer acto y el coro final en el estilo de la música turca. […] Estoy tan encantado de tener que componer esta ópera que ya he terminado la primera aria de Cavalieri, la de Adamberger y el trío que cierra el primer acto. El plazo es corto, cierto es, pues se representará a mediados de septiembre; pero las circunstancias […] me estimulan hasta tal punto que corro a mi escritorio con la mayor impaciencia y permanezco sentado allí con el mayor placer.
El Gran Duque de Rusia va a venir aquí, y por eso Stephanie me suplicó que, si fuese posible, compusiera la ópera en este breve espacio de tiempo, pues el Emperador y el Conde Rosenberg regresarán pronto y su primera pregunta será si se está preparando algo nuevo […]. Momento en el cual Stephanie tendrá la satisfacción de poder decir que […] estoy componiendo una ópera para la ocasión. […] Nadie más que Adamberger y Fischer sabe aún nada al respecto, pues Stephanie nos ha rogado que no digamos nada, ya que el conde Rosenberg sigue ausente y cualquier revelación podría dar lugar fácilmente a todo tipo de habladurías. Stephanie ni siquiera quiere que se le considere demasiado buen amigo mío; sino que busca que se piense que hace todo esto porque el conde Rosenberg así lo desea. […].
Bueno, no tengo nada más que decirle, porque no he tenido noticias. Están preparando la habitación a la que me voy a mudar. Ahora salgo a alquilar un clave, porque hasta que no haya uno en mi habitación, no puedo vivir en ella, porque tengo mucho que componer y no debo perder ni un minuto.
Bien es cierto que echaré de menos muchas comodidades en mi nuevo alojamiento, sobre todo en lo que se refiere a las comidas. Porque siempre que tenía que terminar algo muy urgente, los Weber me retrasaban la comida tanto como yo quisiera; y podía seguir escribiendo sin vestirme e ir luego a la mesa en la habitación contigua, tanto para comer como para cenar; mientras que ahora, cuando quiero evitar gastar dinero en que me traigan la comida a mis aposentos, pierdo por lo menos una hora vistiéndome [….] Usted sabe que, por lo general, sigo componiendo hasta que tengo hambre. Pues bien, los amables amigos con los que podría cenar se sientan a la mesa a partir de las ocho, o las ocho y media como muy tarde. En casa de los Weber nunca lo hacíamos antes de las diez. Bueno, adieu. Debo terminar, porque tengo que salir a buscar un teclado.
Hasta pronto. Beso sus manos mil veces y abrazo a mi querida hermana con todo mi corazón, y soy siempre su hijo más obediente.
Wolfgang Amadè Mozart
P.D. Mis saludos a todo Salzburgo.”
Hay que ver la de cosas de las que se entera uno leyendo una carta privada. Podemos repasar algunas:
Todo apunta a que la infinitamente famosa ópera El Rapto en el Serrallo se compuso –uno– a la carrera, –dos– a escondidas, y –tres– para que el Director Gottlieb Stephanie le pudiera hacer un poco la pelota al Emperador José II.
Más cosas: Mozart era de esos compositores que escribía sentado al piano. A ver. Que quede claro. Wolfgang no tenía ninguna necesidad de oír la música. A él –y al resto de la gente un poco capaz del gremio– les bastaba con cerrar los ojos y escuchar internamente cualquier fragmento. Lo mismo que nosotros no tenemos que leer en voz alta una novela. Mozart lo hacía por vicio; por el puro placer de oír la música tal y como la íbamos a escuchar luego el resto de los mortales.
Más cosas: a Mozart le encantaba su trabajo. Bueno, que no era un trabajo. Bueno, que en realidad sí que lo era. En fin, que Mozart curraba hasta que desfallecía del hambre. ¿Que te pilla en casa de tus suegros? Genial. Cruzas un pasillo y comes algo con tu mujercita Constanza née Weber y sus papis. ¿Qué te acabas de mudar y además no tienes pasta para llamar al Telepizza? Pues Occidente tendrá que esperar un poco a que te adecentes, salgas a comer algo y vuelvas al tajo.
A ver, eso de que en Occidente vamos a esperar un poco es un decir. ¡Una hora para prepararse! Madre del Amor Bendito. ¿Pero exactamente en qué condiciones vivía este caballerete en casa? O era una especie de informático desarrapado versión musical –rodeado de latas vacías de cocacola y restos de comida china– o, lo contrario, era el colmo de la coquetería y se daba tres duchas consecutivas antes de siquiera pensar en pisar la calle. Pone los pelos de punta echar cuentas de la música que Mozart nunca llegó a escribir si sumamos todas las horas de acicalamiento.
Por lo menos al Rapto en el Serrallo sí que le dio tiempo. Y cumplió con su intención de hacer la Obertura en estilo turco. ¿En qué consistía por aquel entonces el estilo turco musical, percibido desde los oídos de un austriaco? Pues básicamente en una nutrida Banda de Jenízaros procesionando en túnicas bordadas y turbantes: poca modulación, mucho triángulo y mucho fragor. Bulla, para entendernos. Esta Obertura es poco más que un guiño con turcos de opereta. Si es que, en realidad, es una opereta. Rossini en estado puro.
El famoso Emperador pudo oír la comedia, y la leyenda cuenta que le comentó a Mozart, cortésmente, la famosa frase “Muchas notas, Querido Mozart, muchas notas”. A lo que Mozart, más que cortésmente –por la cuenta que le traía–, le dio la famosa respuesta “Solo las necesarias, Majestad”. Es una pena que muy probablemente sea eso: una leyenda. Algo parecido le soltó Boccherini a su rey por aquella época, y le costó el puesto un buen puñado de años. Aunque, para ser sinceros, la respuesta de Boccherini fue un poco más subidita. Algo así como “Para hablar de música hay que saber, Majestad”. Normal que se liara la que se lio.
Trabajar para un jefe, y más si es un aristócrata, tiene su arte. Que se lo digan a Haydn, contemporáneo y amigo de Mozart. Siempre hay formas en las cuales el sirviente puede hacer llegar un mensaje, y el humor suele ser una buena opción. ¿Qué estamos hasta el gorro de permanecer encerrados en la residencia estival de Eszterháza y queremos volver con nuestras familias? Pues Haydn escribe una sinfonía en la cual los músicos vamos dejándo de tocar y abandonando el escenario hasta que sólo quedaron dos. El príncipe Nikolaus I se lo tomó a buenas y al día siguiente la corte se mudó de vuelta. La legendaria Sinfonía No. 45 “les Adieux”. La tropa se la jugó en 1772.
Si todo iba razonablemente bien, y parece que con los Esterházy los asuntos se trataban civilizadamente, los músicos de la orquesta de Haydn podían sentirse cuidados y respetados. Entre ellos se encontraba el violoncellista Joseph Weigl, quien había entrado al servicio de la familia pocas semanas más tarde que el propio Haydn. El compositor, sabedor de sus capacidades, le escribió a principios de los 60 un concierto para su lucimiento: el Concierto en Do mayor VIIb:1, que escucharemos esta noche. Y lo escucharemos de milagro porque, al ser una obra privada, casi familiar, anduvo perdido hasta que apareció una copia en el Museo Nacional de Praga doscientos años más tarde, en 1961.
La música de esta obra despliega todo el virtuosismo del que Weigl era capaz, que no era poco a tenor de lo que vemos en la partitura. Y el príncipe Nikolaus fue sin duda plenamente consciente del mérito, porque él mismo era intérprete de un instrumento de cuerda grave: el baryton –una viola da gamba con cuerdas simpáticas de resonancia-. Es posible que Nikolaus tocase con menos garbo el baryton, pero su amor por la música, y su diligencia para obtenerla, quedaban fuera de toda duda. Leamos una carta a su secretario fechada por estos años, concretamente en 1765:
“Por último, se ruega encarecidamente a dicho Capellmeister Haydn que se aplique a las composiciones con más diligencia que hasta ahora y, especialmente, que escriba piezas que puedan tocarse con la viola da gamba, de las que hasta ahora hemos visto muy pocas; y para poder juzgar dicha diligencia, nos deberá enviar cada vez la primera copia, limpia y cuidadosamente escrita, de todas y cada una de las composiciones.”
Haydn se puso las pilas y, así, a principios de enero del año siguiente, el príncipe vuelve a escribir a su secretario:
“En este momento he recibido de Haydn tres piezas que mucho me agradan. En consecuencia, deberéis pagarle en mi nombre doce ducados del tesoro y decidle al mismo tiempo que escriba otras seis piezas como las que acaba de enviarme, junto con dos solos, para que me las entregue lo antes posible.”
Haydn compuso dos conciertos para violoncello, uno para cada uno de los solistas de su orquesta. Pero en paralelo escribió más de un centenar y medio de obras para baryton. Un repertorio hoy en día casi abandonado, fruto del interés activo de un mecenas musical. Un tesoro que espera a ser explorado.
El humor y la complicidad continuaron siendo rasgos habituales en las composiciones haydnianas en su relación con los Esterházy. Como muestra de ello –otra– encontramos la Sinfonía No. 60 “Il Distratto”, fechada en torno a 1774. Nada de spoilers. Simplemente esperemos hasta el último de sus seis movimientos.
Haydn no sólo divirtió y fascinó a su estimado colega Wolfgang Amadeus Mozart; o a sus estimados patrones, cuatro príncipes consecutivos de la Casa de los Esterházy; o a su estimado discípulo Ludwig van Beethoven. También encantó a una joven compositora norteamericana: Caroline Shaw. Vemos cómo lo cuenta ella misma:
“Entr’acte fue escrito en 2011 tras escuchar al Cuarteto Brentano tocar el Op. 77 n.º 2 de Haydn, con su sobria y conmovedora transición del minuetto al trío en Re bemol mayor. Está estructurado como un minuetto y un trío, inspirándose en esa forma clásica, pero llevándola un poco más lejos. Me encanta cómo algunas músicas (como los minuettos del Op. 77) te llevan de repente al otro lado del espejo de Alicia, en una especie de transición absurda, sutil y en technicolor.”
La obra, ocupando un espacio donde ya habitaron Prokofiev y Britten, obtuvo rápidamente la aprobación del público, se arregló para orquesta a la de poco tiempo, y siguió sumando prestigio para su autora. Un prestigio que le hizo ganar nada menos que el Pulitzer en 2013. Shaw sigue trabajando mucho, y trabaja bien. Ha colaborado con decenas de artistas de todos los colores y tribus estéticas; entre otras con Rosalía. Puede que las fuentes de mecenazgo y financiación hayan cambiado algo, pero Shaw tiene una forma de entender la profesión muy cercana a las de Mozart o Haydn.
Joseba Berrocal
Jualia Hagen.
Violonchelo
Naturalidad y calidez, vitalidad y coraje: estas cualidades suelen utilizarse para describir la forma de tocar de Julia Hagen. La joven chelista de Salzburgo, descendiente de una familia musical, es tan convincente como solista con orquesta como lo es en sus colaboraciones de música de cámara junto a destacables músicos. La joven de 28 años, que vive ahora en Viena, combina dominio técnico con altos estándares artísticos y una aproximación directa y comunicativa a la creación musical.
Aspectos destacados de la temporada 2023/24 incluyen conciertos con la Dresdner Philarmonie bajo la batuta de Krystof Urbanski seguido de una gira Europea. Además de la Orquesta Metropolitana de Lisboa (Enrico Onofri), Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia (Jonathan Bloxham), Orquesta Nacional de España (Giovanni Antonini), Kristiansand Symphony Orchestra (Julian Rachlin) y Kammerakademia Potsdam (Paul McCreesh). También hace su retorno a la Rundfunk-Sinfonieorchester Berlín bajo Andrés Orozco-Estrada y hace su debut en la Orchestre Philharmonique de Radio France bajo la batuta de Gražinytė-Tyla con conciertos en la Philharmonie de Paris y Wiener Musikverein. Debuts adicionales la llevan de gira a Suiza con la Weiner Symphoniker bajo el Director Principal Designado, Petr Popelka, y al Grafenegg Fetival con la Brno Philharmonic bajo la dirección de Dennis Russell Davies.
Entre sus múltiples actividades de música de cámara, cabe mencionar en particular los conciertos de trio con Igor Levit y Reaud Capuçon en la Schubertiade Schwarzenberg, el Wigmore Hall de Londres y el Musikverein de Viena y sus actuaciones de Canticle of the Sun de Sofia Gubaidulina con el Los Angeles Master Chorale en el Salzburger Festspiele. Otros compañeros de música de cámara incluyen Anneleen Lenaerts, Mao Fujita, Lukas Sternath, Nikolai Lugansky y Sir András Schiff.
Julia Hagen empezó a tocar el violonchelo a los cinco años. Su preparación con Enrico Bronzi en Salzburgo y Reinard Latzko en Vienna fue seguido por años formativos en la clase de Heinrich Schiff de 2013 a 2015 y finalizó sus estudios en la Universidad de las Artes en Berlín de la mano de Jens Peter Maintz. Hagen obtuvo una beca de la Kronberg Academy y también estudió con Wolfgang Emmanuel Schmidt hasta 2022. Ganó la Competición Internacional de Chelo de Liezen y la Competición de Chelo Mazzacurati y obtuvo el Premio de Cultura Hajek-Boss-Wagner además del premio Nicolas Firmenich del Verbier Festival Academy como mejor joven chelista, entre otros premios.
En 2019 lanzó su primer álbum junto a Annika Treutler con las dos sonatas de chelo de Johannes Brahms en Hänsler Classic. Se están preparando más grabaciones. Julia toca un instrumento de Francesco Ruggieri (Cremona, 1684).
Lorenza Borrani.
Directora
Las inspiradoras interpretaciones y programas dirigidos por Lorenza Borrani, y su enfoque integrador de la creación musical cuentan con un gran reconocimiento por parte de las orquestas a nivel internacional.
En la temporada 2023/24, debuta con la Scottish Chamber Orchestra en un programa con obras de Maderna y la Sinfonía nº 7 de Beethoven, y debuta con la Orquesta de París con el Kammerkonzert de Ligeti, la Sinfonía Concertante de Haydn y la Sinfonía nº 60 Le Distrait. Popular como siempre en los países nórdicos, Lorenza regresa a las orquestas de cámara sueca y noruega, a la Västerås Sinfonietta y a la Arctic Philharmonic como colaboradora artística a partir de esta temporada y debuta con Musica Vitae. Entre las temporadas anteriores destacan sus debuts con la Camerata de Berna, la Orquesta Sinfónica de Bilbao, la Arctic Philharmonic y sus visitas a la Ostrobothnian Orchestra, Riga Sinfonietta and Australian Chamber Orchestra, donde Lorenza estrenó su propio arreglo orquestal de la Sonata para violín nº 1 de Prokofiev.
A los 25 años, Lorenza Borrani fue nombrada directora de la Orquesta de Cámara de Europa. Su trabajo con Nikolaus Harnoncourt y Lorenzo Coppola inspiró su amor y conocimiento de la práctica interpretativa de época. Sus encuentros con Lorin Maazel y la Symphonica Toscanini, Claudio Abbado y la Orchestra Mozart, donde también interpretó el Concierto para violín nº 7 de Mozart, dieron forma a sus ideas e intereses musicales. Como solista, ha colaborado con Trevor Pinnock, Yannick Nézet-Séguin y Bernard Haitink.
En el ámbito de la música de cámara, Lorenza ha colaborado con artistas como Kristian Bezuidenhout, András Schiff, Pierre-Laurent Aimard, Janine Jansen y Daniel Hope, y a menudo toca en dúo con Alexander Lonquich. Lorenza es una de las fundadoras de Spunicunifait, conjunto con el que interpreta y grabar los quintetos de cuerda de Mozart. El grupo está grabando actualmente para el sello Alpha y tiene programadas actuaciones enel Festspiele de Bremen y en el Wigmore Hall de Londres.
Lorenza es una de las cofundadoras de Spira mirabilis, un laboratorio para la preparación e interpretación de repertorio orquestal y de música de cámara de todas las épocas, que trabaja sin director ni líder. Entre sus proyectos recientes figuran l aópera Las bodas de Fígaro de Mozart, la Sinfonía nº 9 de Beethoven, fragmentos de Così fan tutte de Mozart y el estreno de Spiralling, de Colin Matthew, en Aldeburgh.
Lorenza estudió con Alina Company, Piero Farulli, Zinaida Gilels y Pavel Vernikov en la Scuola di Musica di Fiesole, y realizó el curso de posgrado en la Kunstuniversität Graz con Boris Kuschnir. Es profesora de violín en la Scuola di Musica di Fiesole y profesora invitada en la Royal Academy of Music de Londres desde 2019.
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