Conciertos

TEMPORADA BOS 15

Grandes obras para grandes solistas


Palacio Euskalduna.   20:00 h.

J. Brahms: Concierto para violín y orquesta en Re mayor
B. Bartók: Concierto para orquesta
 
Boris Belkin, violín
Günter Neuhold, director

FECHAS

  • 10 de mayo de 2012       Palacio Euskalduna      20:00 h.
  • 11 de mayo de 2012       Palacio Euskalduna      20:00 h.

Venta de abonos, a partír del 24 de junio.
Venta de entradas, a partir del 16 de septiembre.

Conoce aquí todas las ventajas de ser abonado de la BOS

Las amistades de todo menos peligrosas

 
En 1853 Johannes Brahms era un dulce adolescente de veinte años. Parecía un querubín: pelo muy sedoso y ojos muy azules. Todavía faltaban unas cuantas décadas antes de que consiguiera esa estética a Gimli, el Enano que anda por ahí con un hacha en el Señor de los Anillos. Por ahora nada de barba, nada de tripota y nada de gesto fingidamente huraño con el que defenderse de la fama. Bien, en realidad no necesitaba defenderse de ella por la sencilla razón de que no era famoso.
 
Todo empezó a cambiar en este 1853. En una de sus primeras giras como pianista pasó por Göttingen y allí tropezó con un tal Joseph Joachim, violinista de origen húngaro y sólo un par de años mayor que él. Claro que la carrera de los instrumentistas es mucho más tempranera que la de los compositores. Joachim era ya respetado en el mundo musical desde hacía una buena década, había tocado el Concierto de Beethoven bajo la batuta del propio Mendelssohn y todo aquello sólo había sido el prefacio de una carrera que duraría hasta los primeros años del siglo XX. Para ser honestos la ciudadanía europea de la segunda mitad del XIX tuvo muchos menos quebraderos de cabeza con respecto a Joachim que con respecto a Brahms. Sobre éste último siempre hubo grandes capas de aficionados y profesionales que –injustificadísimamente– lo consideraban un poco tostón, sabio pero tostón; mientras que a nadie jamás se le ocurrió decir nada contra el arte violinístico de Joachim. Todos lo consideraban un verdadero regalo de los dioses y sólo debatían a veces si era mejor o peor que Sarasate, el otro titán de aquellos tiempos.
 
Pero volvamos a 1853. Joseph Joachim toma un interés personal en la naciente carrera de Brahms como compositor e insiste en que visite al matrimonio Schumann, quienes por aquel entonces vivían en Düsseldorf. Brahms se anima y el 30 de septiembre de este mismo año llama a la puerta de los Schumann. Sería una fecha que cambiaría su vida para siempre, y en más de un aspecto. Para empezar Robert Schumann quedó fascinado por el talento del chaval y puso en juego toda su influencia –que no era poca– con el fin de apoyar la publicación de sus obras. Por otra parte Clara Schumann, siendo como era una de las pianistas más admiradas de su tiempo, dejó patente su apoyo al joven Brahms. Según todos los indicios y testimonios de su correspondencia, a Johannes el apoyo de Clara le sirvió enormemente pero, ay, le supo a poco. Brahms quedó fascinado por la esposa de su mentor. Robert Schumann falleció sólo tres años más tarde pero Clara y Johannes nunca traspasaron las fronteras de una profunda amistad; amistad que compartieron a tres bandas con Joachim.
 
A partir de este momento la figura de Brahms comienza a hacerse familiar en el mundo germánico doméstico. Encima de muchos pianos vieneses y berlineses se pueden encontrar sus baladas, estudios y algunos lieder. Parecía que estuviéramos frente a un compositor de obras de pequeño formato, frente a un amante de la música de cámara. Así lo creían todos hasta el 18 de febrero de 1863. En esta fecha, tras algunos estrenos parciales previos, en Leipzig se oyó completo por primera vez Ein Deutsches Requiem. Brahms fue aclamado como un artista de los grandes frescos y todo el mundo comenzó a preguntarse por qué aún no había compuesto media docena de sinfonías.
 
Pues tuvieron que esperar un rato todavía. Aunque ya estaba trabajando en su Primera Sinfonía en Do menor, ésta no fue terminada hasta 1877, con el compositor ya entradito en la cuarentena. Una vez lanzado en el género orquestal, Brahms continuó con la racha y al año siguiente, en 1878, estrenó su Segunda Sinfonía.
 
Joachim, feliz por el éxito de su amigo, recibió con alegría la noticia de que la siguiente obra orquestal de Brahms no sería una nueva sinfonía sino un concierto para violín. Bueno, aunque el resultado final se pareció más bien a una sinfonía con un concierto de violín superpuesto. Así es como comenzó un intenso carteo entre los dos músicos, comentando pasajes solistas, hablando de orquestación y reescribiendo secciones enteras. El siglo XXI parece haberlo olvidado pero el mismo Joachim fue un compositor de mérito, interesado profundamente en la ciencia del contrapunto y más que capaz de aguantarle el tipo a Johannes en una conversación técnica.
 
La composición del concierto continuó a buen ritmo y ya al año siguiente, el mismo día de Año Nuevo de 1879, Joachim pudo estrenar la obra en Leipzig. Uno de los conciertos para violín más bellos jamás escritos había visto la luz. Y aquí, de una forma bastante tonta, empiezan los problemas.
 
Durante los años siguientes Joachim comenzó a sospechar de su mujer, a quien finalmente acusó de engañarle con el editor de música Fritz Simrock. Todo Viena estaba pasmada, dada la celebridad de los protagonistas. Amalie, la esposa de Joachim había sido una acreditada cantante antes de renunciar a su carrera profesional para cuidar a los hijos del matrimonio. Simrock era simplemente un buen amigo de todos los músicos, a quienes adoraba y, Brahms, atónito con la acusación sobre su editor desde tiempos inmemoriales, se apresuró a escribir una carta a Amalie Joachim en la que le mostraba su confianza y su ternura. La esposa, muy agradecida por el apoyo, pidió a Johannes permiso para mostrar la carta a terceras personas y Johannes no vio ningún inconveniente. Claro que no imaginaba que la famosa carta, en la que hablaba de la naturaleza innatamente celosa de Joachim, sería una pieza central en el proceso de divorcio –en la Viena del XIX había de esas cosas– y que contribuiría a una sentencia favorable para Amalie. A Joseph Joaquim esto le sentó, como era previsible, como un tiro.
 
Brahms dejó claro que lamentaba profundamente lo sucedido –en realidad el pobrecillo sólo había pretendido acabar con el equívoco y reunir de nuevo a la pareja– pero dejó igualmente claro que se reafirmaba en todo lo escrito y dicho. Ambos amigos vivieron la situción con pesar. Nunca permitían que nadie hablase mal del otro en su presencia pero, orgullosos, tenían miedo a recibir un bufido ante un hipotético acercamiento. Finalmente Brahms se armó de valor y tomó una medida insólita en la historia de la música. Se plantó delante del concierto para violoncello que estaba escribiendo para Robert Hausmann –a la sazón cellista en el cuarteto de Joachim; el mundo era un pañuelo– y comenzó a transformarlo en el Doble Concierto para Violín, Cello y Orquesta, una de sus últimas composiciones orquestales. La amistad se reanudó con cierta frialdad pero ya incombustible hasta el fallecimiento de Johannes.
 
De esta forma Joachim tuvo la fortuna de ser el dedicatario de un concierto y medio para violín por parte de Brahms. Un honor que pareció apreciar de una manera bastante tibia. Alguien se tomó el trabajo de empezar a contar las veces que Joachim tocó el Concierto para Violín op. 77 de Brahms pensando que iba a ser una tarea gigantesca. La cifra, eso sí, dejó a toda la musicología con la boca abierta. Seis. Parece ser que Joachim sólo tocó seis veces el concierto en público. Si a eso le sumamos que Sarasate no quería ni acercarse a la obra por ser terreno del rival, y a todo ello le añadimos la dificultad extrema de la parte solista, resulta que los contemporáneos de Brahms prácticamente casi no oyeron una de las piezas fundamentales del repertorio violinístico del siglo XX.
 
Este siglo XX fue a su vez testigo y beneficiario indirecto de otra amistad. Bela Bartok (1881-1945), como tantos otros compositores centroeuropeos, escapó de una Europa bajo el control del Tercer Reich y llegó a los Estados Unidos en 1940 con una fama ya consolidada como compositor y pianista. Sin embargo, su carrera como intérprete no pareció despegar al otro lado del charco y pronto se vió en serias dificultades económicas. Todo el resto de músicos emigrados contemplaron con creciente preocupación los problemas de salud y de dinero de quien consideraban una de sus figuras de referencia. Empezaron a meterle pasta en el banco a escondidas pero Bartok terminó por darse cuenta y puso el grito en el cielo. No había más remedio que encontrar otra forma más ortodoxa y Serge Koussevitzky, probablemente el director más aplaudido de la Costa Este, dio con una evidente. Así nació el encargo para la composición de un Concierto para Orquesta. Un formato de obra con pocos antecedentes y con el que Bartok pudo dar rienda suelta a su afán por la experimentación tonal frente a un Occidente cada vez más entregado a investigaciones dodecafonistas y serialistas. La pieza, casi una excusa para hacerle llegar dinero y ánimo, se estrenó en diciembre de 1944 y resultó tener un curioso efecto colateral. Gustó. El Concierto para Orquesta de Bela Bartok se convirtió en una de las obras más conocidas del autor y disparó una nueva hornada de composiciones que, lamentablemente, pronto se vieron interrumpidas por la muerte del compositor al año siguiente. En cualquier caso el bien había sido hecho. Bartok y las audiencias se despidieron reconciliadas y, de regalo de funeral, Occidente oyó su última voluntad y se deshizo del nazismo.
Joseba Berrocal
  
 
Boris Belkin, violín
  
Boris Belkin estudió en Moscú, con los profesores Yankelevitz y Andrievsky. En 1973 ganó el Primer Premio del Concurso Nacional de Violín de la URSS y emigró a Occidente. Ha tocado por todo el mundo, con orquestas como la Sinfónica de Boston, Cleveland, Pittsburgh, Filadelfia, Filarmónicas de Berlín, Nueva York, Israel, Los Ángeles, Montreal, Bayerischer Rundfunk, Concertgebouw, y la mayoría de orquestas inglesas, bajo la dirección de Bernstein, Ashkenazy, Mehta, Maazel, Muti, Ozawa, Sanderling, Temirkanov, Dohnnanyi, Tennstedt, Rattle, Haitink, Hirokami, entre otros.
 
Ha grabado para la Decca y Denon los conciertos de Paganini, Tchaikovsky, Sibelius, Brahms, Strauss, Mozart, Prokofiev, Bruch, Shostakovich y Glazunov con la Filarmónica de Israel y Zubin Mehta, la Philharmonia y Ashkenazy, la Sinfónica Radio Berlín y a Ashkenazy, la London Symphony y Kondrashin, la Orquesta del Tonhalle de Zurich y Michael Stern, la Royal Philharmonic y Junichi Hirokami, la London Philharmonic y Michael Stern, la Salzburg Chamber Soloists, así como las Sonatas de Brahms con el pianista Michel Dalberto. En España, es uno de los violinistas más populares, habiendo tocado frecuentemente con las mejores orquestas, y en recitales en las ciudades y festivales más importantes. Ha realizado giras por España con la Beethoven Academie, Royal Liverpool Philharmonic Orchestra, Orquesta de Lieja, Salzburg Chamber Soloists y Orquesta Nacional de Bélgica. Cada verano ofrece Clases Magistrales en la Academia Chigiana de Siena.
 
 
 
 
 
 

 

Temporada 2011-2012 de la BOS. Guía de audición
DUELO DE TITANES
Decimoquinto concierto de Temporada (10 y 11 de mayo de 2012)
Comenzamos nuestro decimoquinto programa de temporada con la interpretación del Concierto para Violín y Orquesta en Re Mayor Op. 77 de Johannes Brahms. Interpretamos por primera vez esta obra el 10 de marzo de 1923 en la Sociedad Filarmónica con el violinista J. Szigeti y bajo la dirección de A. Marsick. Desde entonces lo hemos podido escuchar en otros 14 programas de abono con solistas de la talla de J. Thibaud, H. Szeryng, R. Ricci y M. Kaplan y en dos ocasiones por los entonces concertinos de la BOS J. Morales y V. Cozighian. La última vez que se interpretó en nuestra temporada de abono fueron los días 27 y 28 de abril de 2006 con el violinista J. Liebeck y coincidiendo con la visita de la Orquesta Sinfónica de Navarra. Para su interpretación emplearemos el material de la editorial Breitkopf & Hartel   (http://www.breitkopf.com).
En la segunda parte del concierto podremos escuchar el Concierto para Orquesta de Bela Bartók. Interpretamos por primera vez el mismo el 6 de febrero de 1966 bajo la dirección de Alberto Bolet y la hemos podido escuchar en otras 9 ocasiones, siendo las últimas en el programa de abono de los días 18 y 19 de enero de 2007 bajo la dirección de nuestro entonces Director Artístico Juanjo Mena. Ese mismo año interpretamos esta obra en Nantes y Tokyo en el marco del festival La Folle Journée. Emplearemos para su interpretación el material de la editorial Boosey & Hawkes (http://www.boosey.com), .
A continuación les recomendamos una serie de grabaciones comerciales de las obras de nuestro programa. Todas ellas pueden adquirirse en la Fnac o escucharse a través de internet siguiendo los enlaces señalados:
 
J. Brahms: Concierto para Violín y Orquesta en Re Mayor Op. 77
George Szell / David Oistrakh – Cleveland Orchestra
Release Date: 04/08/2003
EMI Classics
 
B. Bartók: Concierto para Orquesta
Sir Georg Solti – Chicago Symphony Orchestra
Release Date: 09/01/2007
Decca

Belkin y el concierto de Brahms

Uno de los programas más sólidos de la temporada, con un programa compuesto por dos obras maestras. El rey de los conciertos para violín, una obra que aúna belleza melódica y rotundidad formal en un diálogo titánico, de igual a igual, entre violín y orquesta, y al que se entregará un violinista de raza como Boris Belkin. Y el Concierto para orquesta de Bartók, obra en la que el compositor húngaro supo actualizar el concepto de concerto grosso barroco, en su obra más celebrada.
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I. Allegro
II. Adagio
III. Allegro assai

Jonathan Mamora, piano

II

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Also sprach Zarathustra Op. 30

*Primera vez por la BOS
Dur: 100’ (aprox.)

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