De viaje
Deberíamos tratar de sentir cada concierto como un viaje musical por el que dejarnos llevar. Un viaje sin equipaje en el que nos trasladáramos libremente por los diversos lugares y épocas en las que fueron escritas las composiciones. Incluso, un viaje que nos adentrara en la mente y en el alma de los compositores en el momento en el que escribieron sus obras. El viaje que podríamos emprender esta noche tiene dos destinos muy diferentes. La primera parada es Brasil, país del que Stefan Zweig escribió en su libro
Brasil País de futuro “Si el
paraíso existe en algún lado del planeta, ¡no podría estar muy lejos de aquí!”. Para adentrarnos en él, escucharemos tres composiciones que nos mostrarán diversos aspectos de este país. Una danza de otra colonia portuguesa nos contagiara de la algarabía propia de sus fiestas mientras, por contraste,
Candelaria relatará el sonido de la miseria y violencia de las calles de Río. Para finalizar nuestra visita, nos acompañarán la delicadeza y originalidad de su compositor más célebre Heitor Villa-Lobos y una de sus famosas Bachianas brasilerias.
El segundo destino será la romántica y maravillosa Rusia del siglo XIX, en esta ocasión de la mano de uno de sus máximos representantes: Tchaikovsky a quien se unirá su Cuarta Sinfonía. Éste será también un viaje por los temores, inseguridades y a la vez por el apasionamiento de un artista que reflejó, como nadie, sus sentimientos en la música -“Arrepentirme del pasado, tener esperanza en el futuro y nunca estar satisfecho con el presente: así es como pasé toda mi vida”-
Iniciamos así el viaje de esta noche con Batuque, la tercera parte de Reisado do pastoreio, la Suite orquestal escrita por el compositor brasileño Óscar Lorenzo Fernández en 1930 que se hizo famosa diez años más tarde bajo la batuta Arturo Toscanini. Tomando como base la danza de Cabo Verde del mismo nombre, el compositor creó una atractiva composición en la que un animado tema principal se va repitiendo en un progresivo crescendo que a medida que avanza va incorporando nuevos instrumentos finalizando de forma espectacular con un fortissimo protagonizado por toda la orquesta.
Del alborozo de la danza al drama de la violencia representado en Candelaria, la obertura trágica compuesta en 1994 por Rubens Russomano Riccardi en recuerdo de la matanza ocurrida en Río de Janeiro el 23 de julio de 1993 en la que la policía disparó contra los niños y adolescentes que estaban durmiendo delante de la Iglesia de Candelarias, matando a ocho de ellos. El desgarrador sonido de la cuerda anticipa la crueldad de la barbarie que está a punto de ocurrir. El tono de la composición cambia de manera progresiva para dar paso al sonido de la trompeta anunciando la muerte. La orquesta se une protagonizar el final de la obra señalando el estallido de la violencia máxima y la desolación de la tragedia.
Para finalizar esta primera parte dedicada a la composición brasileña, escucharemos el sentimiento y la inspiración melódica del compositor más célebre de Brasil: Heitor Villa-Lobos y una de sus famosas Bachianas Brasileiras. Criado en un ambiente familiar excepcionalmente musical en el que además de estudiar violonchelo aprendió a tocar diversos instrumentos, siempre se sintió atraído por la música que se escuchaba en las calles y clubs nocturnos de Río y por la música de Bach, que le acompañó desde niño. Todas estas influencias unidas a un talento innato configuraron su atractivo estilo compositivo. Compuestas entre 1930 y 1945, las nueve Bachianas Brasileiras combinan el espíritu de Bach y algunos aspectos armónicos barrocos con la música folclórica del pueblo brasileño. Todas las bachianas son tonales y llevan dos títulos: uno referido a Bach y otro a una forma popular brasileña. Esta noche escucharemos la Bachinana nº4, compuesta originalmente para piano entre 1930 y 1941, y orquestada un año más tarde.
Estructurada en cuatro danzas, la primera de ellas Prelúdio (Introdução), está dedicada al pianista Tomás Terán. De una belleza notable, destaca por la elección de un tempo lento y la melancolía del tema principal construido mediante una sucesión de notas graves que confiere todo el protagonismo a los instrumentos de cuerda. En ella Villa-Lobos reitera su homenaje a Bach reutilizando un tema de la “Ofrenda Musical” del compositor alemán. La segunda danza Coral (Canto do sertão), escrita también en un tempo lento con una sección intermedia más rápida, utiliza el acorde de cuatro notas que incluye una 7ª mayor. Villa-Lobos la describió con estas palabras “una canción tropical del noreste de Brasil donde se oye en la distancia el sonido triste y monótono del araponga, un pájaro de la jungla brasileña”. La tercera danza Ária (Cantiga) desarrolla de forma literal la melodía de la canción “O Mana, deix’ eu ir” (Oh, hermana déjame ir), procedente del Noroeste del país y que aporta un tono festivo al movimiento. El Moderato con el que comienza y finaliza contrasta con la rápida sección intermedia. La bachiana finaliza a ritmo de samba con la Danza (Mindinho) final basada en la canción popular “Vamos, Maruca”.
Continuamos nuestro viaje. “No hay ni una única línea en esta Sinfonía que no haya sentido en todo mi ser y que no sea un verdadero eco de mi alma”. Con estas palabras se refería Tchaikovsky a su Cuarta Sinfonía compuesta durante uno de los años más significativos de su vida: 1877. Además de comenzar su amistad con Nadezhda von Meck, la melómana millonaria que ejerció de mecenas y gran apoyo emocional y a quien está dedicada esta Sinfonía, ese verano se casó con una de sus alumnas de composición, Antonina Miliukov, que asedió al compositor ruso hasta el infinito llegando incluso a amenazar con suicidarse si no se casaba con ella. Esta unión, que sólo sirvió para acallar durante algún tiempo los rumores acerca de la homosexualidad del compositor, fue una tortura para él y en menos de un mes comenzaron las desavenencias entre ellos. Los tres primeros movimientos de su Cuarta Sinfonía fueron esbozados entre mayo y junio por lo que su programa musical no refleja la angustia y la tensión que sufrió tras su matrimonio y que le obligaron a abandonar su trabajo durante un tiempo. Coincidiendo con un viaje por diferentes ciudades europeas, a donde se trasladó en busca de descanso, retomó la orquestación de la sinfonía entre Septiembre y Enero.
Tras el estreno, que tuvo lugar en la Sociedad Musical Rusa en
San Petersburgo en febrero de
1878 bajo la dirección de
Nikolái Rubinstein, Tchaikovsky, escribió a Mme. von Meck, explicando el contenido emocional de la obra. Respecto al primer movimiento escribía:
“El destino, esa fuerza funesta que impide lograr la culminación, que de manera envidiosa asegura que la prosperidad y la paz nunca son completas, sin nubarrones, que permanece sobre nuestras cabezas como la espada de Damocles, es invencible y nunca podremos derrotarlo. Lo único que nos queda es someternos a nosotros mismos y lamentarnos en vano.”- comienza con una fanfarria que avisa de la llegada del tema principal, el tema del destino, caracterizado por sus acordes sincopados. Una entrañable melodía, que nos recuerda al Tchaikovsky más romántico, sirve para contrastar la tensión inicial y la fuerza con la que finaliza este tiempo. El segundo movimiento, el más romántico e inspirado de la sinfonía, destaca por una preciosa canción, que se escucha por primera vez en el oboe – “
Qué triste pensar que tanto se ha hecho, y que tanto se ha ido. Nos arrepentimos del pasado, pero sin embargo no tenemos ni el coraje ni el deseo de comenzar una nueva vida Estamos cansados de nuestra existencia.”-. El tercer movimiento –
“De repente vuelve el recuerdo de un campesino borracho y de una canción procaz y música militar en la distancia. Estas imágenes desconectadas revolotean por la cabeza a medida que nos hundimos en un sueño achispado. No tienen nada que ver con la realidad; son incomprensibles, bizarras y fragmentadas” utiliza el recurso del contraste de las cuerdas en pizzicato con el sonido producido por los instrumentos de viento madera y metal que sugieren ambientes idílicos que alternan con los ecos de una banda militar. El Finale –
“Ve entre la gente. Observa cómo entienden el ser felices. Pero tan pronto como te hayas abandonado a la contemplación de la alegría de los demás el Destino volverá para recordártelo. . .” es un Rondó en el que tras un enérgico primer sujeto aparece un segundo basado en la canción folklórica rusa “En el campo hay plantado un abedul”. La coda repite la fanfarria del movimiento del comienzo y la sinfonía termina de forma enérgica.
Patricia Sojo
Isaac Karabtchevsky, director
Isaac Karabtchevsky realizó sus estudios de dirección de Orquesta y de composición en Alemania, bajo la dirección de Wolfang Fortner, Pierre Boulez y Carl Meter.
En Brasil es el Director Artístico de las Orquestas de la Petrobrás, Sinfónica de Río de Janeiro y la Orquesta Sinfónica de Porto Alegre.
Su carrera internacional le ha llevado a dirigir conciertos y operas en teatros y orquestas de gran prestigio como Staatsoper y Musikverein de Viena, Concertgebouw de Ámsterdam, Royal Festival Hall de Londres y en la Sala Pleyel de Paris. Ha dirigido en el Kennedy Center de Washington y en el Carnegie Hall de New York. En Italia se
ha presentado en el Teatro Comunal de Bolonia, en la Academia Santa Cecilia de Roma, en el Teatro de Palermo y en la RAI de Torino.
Ha actuado en el Teatro Real de Madrid; Teatro Colón de Buenos Aires; Deutsche Oper am Rhein de Dusseldorf; Orquesta Gürzenich de Colonia y en la Filarmónica de Tokio y ha sido Director Musical en el teatro de la Fenice de Venecia, donde ha dirigido importantes producciones, como Erwartung, El castillo de Barba Azul, El Buque Fantasma, Don Giovanni, Falstaff, Carmen. Fidelio, Billy Budd, Sadko, El amor de las tres naranjas, Capriccio, Tristan e Isolda, Simon Boccanegra e innumerables conciertos sinfónicos.